miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA CONDICIÓN HUMANA

LA CONDICION HUMANA.

Cien Libros y Una Frase

Querido lector, hace días… ¡Que digo! ¡Meses! Unos por vacaciones y otros por infaustos sucesos que no viene a cuento dilucidar aquí y no pocos por la superchería de las nuevas tecnologías, suspendí la publicación de Cien Libros y Una Frase. Superados los contratiempos vuelvo a emprender la misión con el ánimo dispuesto. Pido en consecuencia excusas por mi falta de entusiasmo y quizás por mi poco respeto con la labor que me prometí. Hoy al reiniciar estas sucintas críticas literarias debo recordar al amable lector y, a mí mismo, los versos de Emily Dickinson:

Anduve de tabla en tabla
Con paso lento y prudente.
Sentía en derredor las estrellas,
En torno a mis pies el mar.
Sabía que quizás la siguiente
Fuera la pisada final.
Y anduve con ese precario paso
Que algunos llaman experiencia.

Todos, hombres y mujeres, caminamos por senderos diferentes y, a pesar de la disciplina que se nos aplique, siempre nuestro sendero será individual, es lo irónico de la vida, es la diferencia la que nos iguala y la que hace posible lo sublime. Cuando comenzamos a rondar la setentena nos apetece poco mentir, leer mal o vivir mal así como escribir mal aunque pocas veces conseguimos escribir bien. En fin, permítaseme esta disculpa a modo de sucinto prolegómeno al reinicio de la labor que deje desangelada.


La Frase


“Todos sufren- pensó- , y cada uno sufre porque piensa. En el fondo, el espíritu del hombre no piensa más que en lo eterno, y la conciencia de la vida no puede ser más que angustia”.

“Se necesitan nueve meses para hacer un hombre, y un solo día para matarlo”.

“Abandono y silencio. Cargadas con todos los ruidos de la mayor ciudad de China, las ondas zumbadoras se perdían allí, como en el fondo de un pozo, los sonidos procedentes de las profundidades de la tierra”.

“El mundo es como los caracteres de nuestra escritura. Lo que el signo es a la flor, la flor misma lo es a alguna cosa. Todo es signo. Ir del signo a la cosa significada es profundizar el mundo, es ir hacia Dios”.

“La función de la inteligencia no consiste en prescindir de las cosas. La inteligencia es la posesión de los medios para dominar a las cosas o a los hombres”.

“Soy también ese cuerpo que usted quiera que sea solamente. Su presencia me aproxima a mi cuerpo con disgusto, como la primavera me aproxima a él con júbilo”•

“El maestro dice que si supiera que va a morir, cree que pintaría mejor, pero no de otro modo”.

“Siempre había pensado que es bueno para uno morir de su muerte, de una muerte que se asemeje a su vida. Y que morir es pasividad, pero matarse es acción”

“Avanzaban en silencio entre los muros, que el cielo amarillento y cargado de bruma tornaba pálidos, en una soledad miserable, acribillada de detritus y de hilos telegráficos”.

“La vida futura vibraba tras todo aquel silencio”.

“En el camino de la venganza se encuentra la vida”.

“Aunque haya vivido dos horas como un hombre rico, la riqueza no existe… Entonces la pobreza no existe tampoco. Que es lo esencial. Nada existe: todo es un sueño”

“Cuantos más heridos hay, cuanto más se aproxima la insurrección, más se copula”.

“Su gesto y la expresión violenta de su rostro se compaginaban mal con aquella indiferencia. Ella lo contemplaba, extenuada, con los pómulos acentuados por la luz vertical. También él contemplaba sus ojos sin mirada, sumidos en la sombra, y no decía nada”.

“La tarde de la guerra se perdía en la noche. Al ras del suelo se encendían las luces, y el río invisible llamaba hacia sí como siempre, la poca vida que quedaba en la ciudad”.

“Entregarse, para una mujer, y poseer, para un hombre, son los dos únicos medios de que los seres puedan comprenderlo todo, sea lo que sea”.


La Obra

La Condición Humana

Para defender al hombre hay que maltratar al hombre. Este no es un dilema sino una dura realidad, la democracia no es suficiente defensa a los derechos personalísimos y los totalitarismos se aplican sin reatos de conciencia en conseguir la uniformidad. El ser humano se debate en su propia humanidad: Somos generosos y monstruosos, prepotentes e impotentes, magníficos y ridículos, racionales e irracionales, nos agitamos en vano tratando de darle un sentido a la vida y a la muerte, no solo a la nuestra sino a la de los demás, de forma especial a la de nuestros amigos y camaradas. La Condición Humana es una novela, es más que una novela de aventuras, es una novela comprometida, de denuncia, del idealismo desengañado, es decir, una novela del siglo XX en el que todos los valores se han tambaleado sin encontrar a un sitio ni asidero. Citemos como ejemplo las últimas palabras del final del libro: “Todos sufren –pensó-, y cada uno sufre porque piensa. En el fondo, el espíritu del hombre no piensa más que en lo eterno, y la conciencia de la vida no puede ser más que angustia. No hay que pensar la vida con la imaginación sino con el opio”. André Malraux se implico en la guerra de España y luego en la resistencia Francesa y afirmaba que, “Es el arte el que fija mis citas con la historia…”

Si queremos ironizar un poco, sobre la obra de Malraux, tendríamos que afirmar que por muy trágica que resulte la condición humana jamás será aburrida, siempre veremos la botella medio llena…


El Autor

André Malraux

Entre la realidad y la ficción, aventurero, mitómano, político, ensayista y, ante todo, novelista, André Malraux (1901-1976) supo crearse para sí mismo un personaje digno de sus libros. Malraux creó una perfecta comunión entre el escritor y su obra, comunión que va más allá de las palabras y las convierte únicamente en destellos de una verdad más pura. Este intelectual francés, no se contento con vivir intensamente y con participar en los principales acontecimientos de su tiempo, ni estuvo nunca satisfecho de haber escrito un buen puñado de obras maestras, algunas de las cuales figuran sin lugar a dudas entre las mejores del siglo, se entregó a lo largo de toda su vida a la empresa de alimentar su propia leyenda: construyo un personaje capaz de recoger en sí la convulsión y agitación de toda una época. Ni fue el primero en proponerse tal cometido, ni desde luego fue el último, en pretender introducir la ficción en la realidad y firmar la historia entera con su propio nombre; vanidad o genialidad, lo cierto es que a tal obstinación debemos la existencia de una de las figuras más fascinantes y sugerentes del S.XX.

CARLOS HERRERA ROZO