martes, 14 de agosto de 2007

El PISO X


La ciudad, erizada de inmensos rasca cielos se agitaba, no solamente por el murmullo habitual de su cotidianidad, sino, particularmente, por la fuerza subterránea de su historia, por los ruidos permanentes y familiares producidos por el rugir de los motores, el chirriar de los frenos, el desenfreno de cláxones multitónos, gritos, voces, cantos, susurros y el monótono rodar y crujir de los piñones en las fábricas, conforman, todo ello, el fuelle cansado , rítmico y sofocado del inmenso pulmón de la ciudad, cósmico éxtasis del hombre en sociedad: Se había adherido a él un desconcierto general, un presentimiento de zozobra , un extraño ruido metálico que arañaba las conciencias, lastimaba los sentimientos y quebraba los criterios de valor mantenidos por ciertos e inmutables por las almas buenas.

Arriba, en los rasca cielos, con unas vistas panorámicas que hablan de la grandeza del hombre y del gélido frío de sus mentes, se extendía basto el horizonte, mas allá de los limites de la ciudad, de las chimeneas de las fabricas , de las colmenas, ciudades dormitorio donde malviven sin cadenas ni cepos visibles hombres, mujeres y niños que mantienen vivos los motores de la producción en cadena , y, más allá, más tierras y más hombres y más fabricas y más necesidades y más hambre y más miseria y minas de ricos minerales y petróleo y más ambiciones y codicias y los cientos de millones de esclavos del siglo XXI disfrutando de la libertad garantizada por organismos internacionales, constituciones, y cientos de miles de normas que dictan sus derechos, deberes y obligaciones, sin contar para nada que la única, la de riguroso cumplimiento, no esta escrita, como si fuese una norma de derecho consuetudinario,
el hambre, que se arrastra por las calles con facciones desencajadas, ojos extraviados y una palidez próxima al sepulcro en tanto, en el Piso X , en mullidos sillones en salones donde las maderas nobles expelen suaves aromas y sedas pinturas y tapicerías ennoblecen el ambiente y la luz del sol es atenuada por finos velos y cortinas, alrededor de una larga y amplia mesa de cedro negro, se reúne un grupo variopinto de ciudadanos rozagantes , llenos de vida, pletóricos de autoridad, vestidos por los más importantes modistos y muchos de ellos luciendo brillantes condecoraciones y, otros, capelos y birretes , venidos de todos los confines del globo, con la importante misión de salvaguardar las tradiciones de pangea.

Abajo, afuera de las impresionantes torres de cristal y acero, calculadas por el cuerpo de ingenieros y arquitectos, contra terremotos y posibles atentados, orgullosas de su verticalidad y ostentación ornamental además de la magnificencia añadida por contener en su seno el nuevo diseño económico mundial representado en las compañías multipangeales con sede en las grandes ciudades del mundo y sus filiales, sus fabricas, distribuidas por los sitios mas necesitados de pangea, no con el animo de solucionar el hambre y la miseria sino para llevar la codicia y el expolio al máximo refinamiento y perversión; en la calle, el pulmón de la ciudad resopla: los vendedores de ilusiones pregonan por todas las esquinas la buena nueva: paraísos y nirvanas; los vendedores de prensa vocean vanas esperanzas, conocedores los editores de que la esperanza es el sustento de los débiles, dóciles y sumisos; la ciudad se altera no al ritmo de sus gentes, fabricas, vehículos que ruedan por sus calles sino al ritmo trepidante de la bolsa de valores, movimientos de capitales y los resultados al alza y a la baja de los títulos valor. En las calles el rio humano se desplaza a sus que haceres comentando las ultimas noticias de las paginas amarillas o el partido de fútbol de su equipo favorito ajenos al destino que les trazan los hombres del piso X; algunas veces el pulso del hormiguero se altera por una palabra imprudente, por una fotografía demasiado explicita o por una medida demasiado restrictiva de la libertad fundamental, la única: la miseria.

En extramuros, donde se apiñan las necesidades, el analfabetismo, las enfermedades, la delincuencia, las bandas juveniles, los vendedores de estupefacientes, los estafadores de poca monta, los reducidores de objetos robados, los sindicatos de las grandes empresas, los subversivos, los terroristas, las sucursales de los sindicatos del crimen, los creyentes, los orates y, en fin, los desposeídos de la resurrección y la vida; todo es convulso fuera de las puertas del templo, dentro, recogimiento, obediencia y esperanza. El hombre del montón acostumbrado a que piensen por él, a que decidan por él pone todo su ser en manos de Dios y de los prohombres de la nueva ideología. El ejercicio de los deberes ciudadanos esta supeditado a elegir a quien señalen los jefes y los grandes rotativos, a obedecer la consigna, a ser parte activa de un ejercito, a tener por estandarte una bandera de un color determinado o de otro pero del mismo jaez; de una ideología o de otra bajo consignas similares. Para ellos el hombre solo es una cifra grabada en un chip bajo la piel de un brazo que debe producir el máximo de rendimientos y el mínimo de problemas para que justifique su subsistencia y la estabilidad del sistema.

Jorge es uno de ellos, uno mas de entre el montón, con su juventud a cuestas y un nada que hacer permanente, no porque no lo desee sino porque no encuentra que hacer, ha de atenerse a las leyes del mercado donde siempre hay mas demanda de trabajo que ofertas,y, por lo mismo los salarios son cada vez mas raquíticos, tanto o mas que sus usufructuarios; su pobreza la compartía con su compañera, su hijo, y Florian, su amigo, con quien ademas simpatizaba con su afición al balón pie, a los puros y a la cerveza los fines de semana. Ninguno de los dos tenia nada salvo su pobreza y buena voluntad de animo para disfrutar los buenos momentos que pudiera depararles la vida. Vivían en el mismo barrio y en la misma calle de tierra pisada que se empinaba hacia el cerro y que en periodos de invierno se convertía en un lodazal intransitable; al final de la calle, en el valle, cerca del río se levantaban las fabricas, en la zona grande, en una sucesión de barracones mal terminados, de techos bajos, poca o ninguna ventilación, apiñados en calles estrechas y cercados, por seguridad, según decían, con alambre de espino, atalayas cada cien metros, cerrojos y candados en las puertas y guardias que controlaban la entrada y salida de trabajadores y mercancías al exterior.

La arquitectura, si así puede llamarse, de la "zona industrial", la conforman barracones inmensos de planta cuadrada donde, sobre lozas de hormigón para protegerlas de la corrosión se ancla la maquinaria industrial; los corredores formados por las diversas piezas industriales son de tierra pisada y húmeda o en el mejor de los casos de adoquinado cocido por donde transitan diariamente los cientos de trabajadores del barracon dentro de un ambiente insalubre y falto de las mínimas normas de higiene para su funcionamiento. Todo en ellos esta organizado de forma tal que, la reconverción de las fabricas, si fuera necesaria, se haría de forma rápida y eficiente. Nada se ha dejado al azar. Todo esta preparado tanto para los fugaces tiempos de paz como para la guerra. Lo único que no esta preparado es el hombre. A él se le obliga, no con un fusil a su espalda, sino con el acicate de sus necesidades, de su pobreza e inanición permanente muy a pesar de sus denodados esfuerzos. El hombre intenta esquivar la pobreza, alejarse de ella como se aleja de una enfermedad contagiosa ,porque ademas de ser contagiosa es una enfermedad incurable en la mayoría de los casos. Observese que cuando se esta dentro de una comunidad con esta patología lo mas relevante es el estado general de sus gentes, su abatimiento, su incertidumbre, su incapacidad física , mental y anímica para encontrar una salida que por lo demás no existe... La trampa esta permanentemente cerrada no hay salvación ni escapatoria. La tenaza se cierra sin dejar salir a nadie: Es una tela de araña donde las redes de dependencia lo sofocan todo hasta conseguir la sumisión y, al final del proceso, la esclavitud silenciosa: El sagrado derecho de morir de inanición sin poder protestar. El hambre se ha convertido en un instrumento de sometimiento, represión y tortura. Quienes dirigen las organizaciones saben que el hambre somete y mata especialmente a los niños... Y que la violencia y la criminalidad crecen en su entorno convirtiendo la convivencia en un infierno desviando el interés de las gentes hacia su propia supervivencia.

La guerra despues de los dos ultimos conflictos parece exorsizada. Los organimos internacionales han sido creados para garantizarlo y los prohombres del piso X sirven de avalistas del proceso. Sus frecuentes reuniones de alto nivel para confirmar la buena voluntad de la causa así lo confirma. La guerra, desde esta perspectiva, se sucede entre dos fuerzas irreconciliables, entre dos enemigos con la misma ambicioin y con pocos principios. Éste no es el caso. El espejo no refleja toda la realidad, atras, mas allá de azogue, se esconde la esencia, elñ estado mental y emocional que la hace posible: La codicia de unos pocos solamente retenida a intervalos cortos de tiempo mientras se prepara el proxomo zarpaso sobre una victima inerme, sobre la que se descargan a discreción bombas, disparos, muerte, destrucción, ruinas, heridos, refugiados y y el parte de victoria para encubrir el saqueo monumental de sus riquezas. La miseria adquiere con estos métodos carta permanente de naturaleza que tratan de esconder con nuevos y denodados esfuerzos llamando a la solidaridad mundial en defensa de las victimas. Los organismos internacionales se aplican con el mayor interés en la reconstrucción del pais destruido y los agresores son los primeros en ofrecer soluciones, créditos y ejércitos para garantizar las instituciones perdidas con el consiguiente hundimiento final de la economía fagocitada por la guerra. Se persigue y se humilla en nombre de la nueva ley a los supervivientes, se fusila a los infractores, se nombran gobernantes adictos a los invasores, se envilece o se sobornan a los medios de comunicación independientes para que propaguen las nuevas doctrinas y se somete a la población restante para que cumpla con los nuevos designios que le sean trazados. Los supervivientes viven aterrorizados por amenazas dispersas, solo presentidas, pero reales. Ya no se le tiene miedo a las bombas o a las balas perdidas, que también ocurre, sino al vecino, al que viene de frente por la misma calle a plena luz del dia, al mercenario, a los grupos paramilitares que deben mantener la zozobra. La rebelión, la exigencia legal de ser persona, es violentada con las armas. En este entorno, el hombre se resigna, pierde el deseo de lucha, acalla la protesta, reprime su desesperación y se limita a intentar sobrevivir con su familia rompiendo los lazos con el resto de la sociedad que padece como él los mismos síntomas. El progreso anhelado se convierte en un bien imposible porque amenaza no se sabe que intereses del piso X: La lucha inmoderada por el control de las reservas naturales no renovables es el eje sobre el que giran todas las estrategias del piso X aun a costa de la vida humana.

Florian,Jorge y familia viven dentro de esta realidad pero no lo saben: Su inocencia, su ingenuidad, su falta de conocimientos, su analfabetismo funcional, las campañas de los medios de comunicación para manipular la realidad los mantienen en la perfecta ignorancia de conformidad con las directrices del poder. Sus necesidades las cubren con trabajos a tiempo parcial, saltando de una empresa a otra, trabajando por odias o por semanas pero nunca a termino fijo, sin derechos sociales reconocidos, con una seguridad social deficiente, evitando caer, con esos escasos medios en brazos de la miseria, del dolor y la angustia: Cuando el trabajo en las fabricas escasea recurren al trabajo negro: venta de DVD, casetes, cigarrillos de contrabando y cuanto cachivache pueda exponerse en el rastro para regocijo de los necesitados y nuevas fuentes de ingresos para los ricos quienes se deshacen de sus prendas y objetos obsoletos vendiéndolos a los reducidores y estos a los vendedores del rastro. El circulo siempre esta cerrado y a buen recaudo de la autoridad competente. Si no bastan estas argucias recurren a los prestamistas, a los usureros: Bancos o montes píos donde por intereses leoninos, autorizados por la ley, es decir, por ellos mismos, los necesitados terminan dejando su existencia. ¿Amoral el procedimiento? ¿Falto de ética?. No. Para eso esta la ley. Es un acto limpio, puro en el mejor sentido de la palabra. sabían lo que se hacían. Son responsables de sus actos. Después de firmados los contratos la ruina es segura. Es el mismo destino de los pequeños comerciantes, corredores de bolsa y parvos inversores quienes han de sacrificarse, perderlo todo, para salvaguardar la solvencia del entramado financiero. En este ir y venir permanente recorriendo calles y caminos, dejándose la vida a jirones en un perenne estado de inseguridad y de violencia ejercida desde todos los puntos cardinales, no se ve la luz al final del túnel: El futuro, del que tanto esperan, tanto mas si hay niños que cuidar, se presenta como una vana esperanza. El hambre y las enfermedades dan rápida cuenta de los infantes y sus progenitores cegados por la sin razón de sus vidas, comienzan a albergar rencores allí donde antes descansaban las ilusiones...

Jorge y Florian trabajan, saben de tantos oficios como fabricas han visitado y no saben,en realidad, de ninguno ; en uno ponen un botón; en otro una tuerca o un tornillo; en el de mas allá mezclan cemento o ponen un ladrillo; limpian pollos;hacen hamburguesas; sirven copas y un sin fin mas de trabajos igualmente mal remunerados y bien vigilados por capataces sin escrúpulos. Los patronos ciertos del bien que le prestan a la humanidad y a las comunidades donde instalan sus factorías son cada vez mas exigentes, no les preocupan los trabajadores en tanto seres humanos sino como mercancía, compran la fuerza laboral independientemente de quien la vende: es la máxima abstracción, por ello, aquí no cabe la compasión: la maquina debe trabajar no es un objeto susceptible de sentimientos. La vida es un teatro de titiriteros donde la libertad depende de la cuerda que hale el titiritero, el sino es el cordel del cual pendemos y nuestra representación depende no tanto del guión que se nos ha asignado como del estado de animo de quien mueve los hilos, y estos son movidos de conformidad con los intereses de quienes se reunen en el piso X, de la torre de cristal y acero, en alfombrados salones rodeados de mobiliario de finas maderas que expelen suaves aromas:Las autoridades de pangea, reunidas en el piso X , civiles, militares y religiosas, vestidos de acuerdo a sus rangos y rodeados por una pléyade de sirvientes: asesores,técnicos, consejeros, ministros, ideólogos, y lagartos que entre reverencias y salemas van trazando en eruditas cogitaciónes el porvenir de la sociedad de naciones mientras van despachando, en el gran reparto, los despojos de los que serán los futuros despose idos y receptores de la caridad, la benevolencia y mejor buena voluntad de los invasores. En medio de ágape los señores de la paz y de la guerra aprueban juiciosamente las recomendaciones que con tanto esmero han presentado a su consideración el cuerpo de ticónicos, asesores, consejeros y ministros. Ahora el futuro solo depende de una orden. La prensa hablada y escrita y los medios de comunicación audiovisuales se harán eco de las importantes medidas y las magnificaran hasta hacerlas creíbles. Los ciudadanos son asaltados en su buena fe, su ingenuidad y su inocencia y se convertirán en multiplicadores de la buena nueva independiente mente del bien o el mal que pueda causarles: Han hablado los sabios, los que conocen los problemas, los lideres y hay que apoyar sus desiciónes, todo lo demás sera considerado como un atentado contra la patria común y los principios de una sana convivencia: El artificio ha dado el resultado esperado. Contando con la sumisión del pueblo, con su abulia, con su falta de análisis de los fenómenos que lo afectan, con el éxito del eslogan tantas veces repetido:"NO PIENSE NOSOTROS PENSAREMOS POR USTED", el monopolio de las riquezas esta garantizado y el sometimiento de otros pueblos a tiro de cañón, sin preguntas ni respuestas, solo un acto mas de la inteligencia, de la superioridad intelectual, de la obligación de propagar la nueva fe a los pueblos descarriados y alejados de la nueva religión impartida desde el piso X. No comprenden, cegados por la codicia y sus sórdidas decisiones que están larvando el odio y el resentimiento entre los destinatarios de sus desvaríos. El futuro sera diferente y las reacciones diversas. Las actitudes de los disidentes recibirán nuevos nombres y se colgaran en los códigos nuevas leyes y sanciones.

Jorge, su mujer, su hijo y su amigo Florian pasaran de conformidad con la nueva legislación y con las nuevas tendencias ideológicas de ciudadanos a anarquistas, de anarquistas a rebeldes, de rebeldes a subversivos , de subversivos a terroristas y de terroristas a ser la diana de la mira del fusil o del cañón del piso X. Jamas tendrán la razón, no han sabido hacer uso de la libertad ni de las oportunidades que se les han ofrecido. Estas serán las rezones que se esgrimirán, desde los medios de comunicación y el gobierno de turno, para justificar el atentado contra los derechos humanos. Nunca dirán que son los condenados de la tierra por expresa razón del piso X.











LOS DADOS


Lado, cuadrado, cubo, dado. Geometría plana y del espacio. Creación en síntesis. El ojo de Dios entre un triángulo equilátero mirando de lado. La túnica de cristo. Los dados dando giros y giros y .¡Urra! ¡Urra!, ¿Bájate de ahí si eres el Dios de los judíos!... Los dados con sus lados rodando,tras, tras, tras, tras contra el tapete verde y, ¡As! ¡ Es mía! ¡La túnica es mía!... La suerte es un regalo de los Dioses, ¡ bebamos por ella!

¿Desde cuando se vinculan los dados con los Dioses? ¿Donde aparecieron por primera vez los dados? Vamos por partes. Primero el origen. Dios creo el universo. Debió ser a imagen y semejanza de si mismo, redondo para que rodara eternamente, para que alcanzara para todos, para que fuera mas manejable, moldeable, acomodaticio, sin aristas, opaco, sin destellos, gris, antireflexivo y anárquico. No lo hizo cuadrado por que le pareció demasiado ordenado o, quizás, muy parecido a si mismo, formal, calculador, frió, reflexivo y cortante en las aristas. ¡Excesivos cálculos,-pensaría-, para tan poca cosa, además si lo hiciera cuadrado no podría jugar a los dados... Pero ahí esta, redondo, mostrando su mejor cara el planeta azul,para regocijo de su inventor, que lo ve desde la gran pantalla...

Los dados al parecer son oriundos de oriente e ingresaron en la cultura occidental presumiblemente por Grecia, eso dicen los historiadores, lo cierto es que en todas las culturas se han encontrado vestigios de su uso: En el sitio de Troya Dioses y hombres jugaron con ellos; los romanos los usaron en y sus oráculos, en la adivinación, en lo bueno y en lo malo. Su vinculo con los Dioses los hacen de mejor linaje.

Muchas frases dicen relación a los dados y nos descubren parte de su significado: "La suerte esta echada ", Julio Cesar. "Un lanzamiento de dados nunca abolirá el azar",Stephane Mallarme. "Estoy convencido de que Dios no juega a los dados", Albert Einsten. "Dios no solamente juega a los dados sino que aveces los lanza donde no podemos verlos" Stephen Hawking. "Si Dios jugara a los lados Ganaria" Ian Stewart. "el dado del juicio...el mismo que ustedes, caballeros, usan en éste su tribunal", Francois Rabelais. Y muchas otras que no citaremos para no hacernos prolijos del azar... de los dados.

Al parecer no hay acuerdo, los dados, esos pequeños cubos numerados por los lados siguen rodando. Robusta redondez de su significado, abur, abur,azar, azar... Pares o nones y siempre lo mismo. Dios no juega a los dados porque si jugara ganaría, y, si no ganara, los lanzaría allí donde no pudiéramos verlos. La trampa esta en el origen. Es un galimatías, la razón de la sin razón: ¡El origen de la ciencia!. Que conste que no es de mi cosecha tal afirmación y que, para validarla, he citado a las mejores mentes de nuestro tiempo. Ahora bien, ¿Qué decimos los hombres? ¡Nada!. Si nos sometemos al azar, si es el dado del juicio el que se usa en el tribunal, si los fenómenos de causa y efecto son puro azar, si puro azar es la vida y azar es la creación, ¡que rueden y rueden los dados! ¡Que sea lo que los dados quieran!

Sea como fuere, con dados y sin ellos, aun nos queda la esperanza de ganarle una partida a la vida, de jugar la suerte del burro y arrancarle un destello de luz a nuestro pobre cacumen a pesar del acierto del poeta:


Relato de Sergio Stepansky de Leon de Greiff

"Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...

Y la juego o la cambio por el mas infantil espejismo,
lo dono en usufructo, o la regalo...

La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente , desde el principio hasta el fin,
-en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo...-

Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.

Y la juego, o la cambio por el mas infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio, y lo ruin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...

Todo, todo me da lo mismo:
Todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.

Cambio mi vida por lamparas viejas
o por los dados con los que se jugo la túnica inconsutil:
por lo mas anodino, por lo mas obvio, por lo mas sutil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia,
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
Cambio mi vida por un anillo de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenia en los dedos Carlo Magno: para echar a rodar la bola...

Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota y el santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que le llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...

o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.

Cambio mi vida ,-al fiado-, por una fabrica de crepúsculos
con arreboles;
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra
o por su naricilla que esta en cualquier museo;
cambio mi vida por lamparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...

¡ o por dos huequecillos minúsculos
-en las cienes- por donde se me fugue, en griseas podres,
toda la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!

Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...











lunes, 13 de agosto de 2007

El OJO DE DIOS


No sabemos si el Domingo fue el primer día de la creación o si fue el último. Sea como fuere, el Domingo se convierte en un día de bostezos , de abulia irreprimible, de un esplín sin fronteras, de nada que hacer, no tanto porque no haya nada que hacer sino porque no dejan hacer: La televisión, la entrada y salida de gentes de la casa, el ladrido de perro, cuando no, el aullido porque le jalan de la cola, la carcajada de cualquiera sin ningún propósito, la visita de un amigo desaprensivo,el teléfono que no para de sonar, el grito descompuesto del vecino y un largo etcétera que mas vale la pena no registrar.

Domingo, si fue el primer día de la creación, el día de "hágase la luz y la luz fue hecha", fue tal su impacto que nos cegó, nos cegó hasta de la luz de la razón a tal punto que, hoy seguimos dando palos de ciego a diestra y siniestra. Palos de ciego contra todo y contra todos sin ningún concierto. Por el contrario, si fue el último día de la creación entonces fue el día del gran bostezo: Me imagino a Dios, reclinado en una nube, muelle, resplandeciente,totalmente complacido por su creación, por su ingenio, tomando una taza de café de Colombia y fumando un buen tabaco habano, mirando por la pantalla gigante del cielo el magnifico espectáculo del planeta azul : Hay muchos fuegos artificiales en diferentes puntos del planeta, serán fuegos fatuos, pero no toma nota, es el dia de descanso, es el día del señor...

Los hombres,esos hombres que creo a " su imagen y semejanza",- de ellos mismos claro esta-, pasan de la zancadilla a la dentellada, de la dentellada a la puñalada, de la puñalada a la bomba, y de la bomba indiscriminada a la desaparición seleccionada de todos sus congéneres que no se le parecen por los cambios biológicos de adaptación territorial o por anodinas diferencias ideológicas. Dios en su infinita sabiduría nos hizo semejantes en el " libre albedrío", es decir, en la anarquía, no en el espíritu de concordia, ni en la caridad, ni en la voluntad de entendimiento, ni en el deseo de acertar en el ánimo de convivencia. Lo imagino en su descanso dominguero, mesándose los cabellos y soltando una sonora carcajada frente a la gran pantalla, la visión que tiene ante si, del planeta azul, no da para otra cosa. Ademas no hay nada tan reconfortante, que alivie mas el espíritu, que reírse de sus propios fracasos. De nuestros pequeños errores hacemos una tragedia, de nuestros grandes fracasos una sonora carcajada. Pero es domingo, el día de descanso, el día del Señor. Mañana sera otro día y se tomaran los correctivos a que haya lugar...

Si miramos bien las cosas Dios no nos hizo iguales sino diferentes, diferentes hasta en la diferencia, diferentes a él inclusive. Pero si lo hacemos notar los avispados nos hablan de "libre albedrío", es decir, de la anarquía, seguramente porque la creación también fue anarquica:Eva salio de una costilla de Adán y Adán del barro, he ahí la diferencia, lo que no se nos dice es de donde saco todo lo de mas, o, como mínimo, se nos hurta, al fin y a la postre tampoco a nosotros nos importa. Ahora bien, si queremos ser racionales, los científicos en un acto de responsabilidad suprema, como si se le pudiera pedir responsabilidad al "libre albedrío", nos hablan del BIG-BAN, de la tremenda explosión de la que todavía se escuchan sus ecos en la radiación de fondo de microondas, en Medio Oriente, en varios países Africanos, en Colombia, en Afganistán, en Irak y, en fin, allí donde el "libre albedrío" se utiliza con cualquier motivo. Pero dejemos de preocuparnos que hoy es domingo, el dia del Señor...

CURIOSIDAD


La vida es una curiosidad constante tanto más si se es niño.Perdemos la inocencia con la juventud y de adultos perdemos la memoria. Cinco años, cara y ojos de plato. Preguntas y más preguntas e insatisfacción constante. Prontas respuestas de fallido razonamiento. Y por qué y por qué y por qué....

Le gustaba el sonido de la radio, las voces saliendo de la pequeña caja...

-¿Donde están los hombres papá? ¿Donde? ¡En esa caja no caben es muy pequeñita! ¡Déjame verlos!

-Si. Si, ahí están. Son muy pequeñitos pero están ahí.

Se iba al trabajo y el niño, en tanto, le daba vueltas a la caja. Adentro tubos y cables. Giraba un botón y adentro se encendían múltiples lucesitas.

Regresaba del trabajo y el niño insistía.

-¿Papá donde están? ¿ Donde están los hombrecillos?

Una tarde cansado de darle vueltas a la caja, decidió buscar a los hombrecitos hasta encontrarlos. Desmonto tubo por tubo, pieza a pieza. Nada. No encontraba nada. Martillo en mano lo deshizo todo. No estaban. Todo rodaba por el piso ante su desconcierto. Aun se preguntaba, ¿Donde estaban?...

Su padre regreso al atardecer. La radio por el suelo hecha pedazos. La cara se le puso blanca de la ira y luego de un rojo intenso. Miro fijamente al niño sin proferir palabra. Miraba la radio y luego al niño. Silencio. Se encamino al sofá, se arrellano en él, se meso los cabellos, miro la radio, miro al niño, se sonrió y resignado pidió una taza de café.







El CUERVO


Desde aquella mañana olvido muchas cosas.Recuerdo que era un sábado y que el día había amanecido frío y oscuro. El capitán, la tarde anterior, nos había extendido los permisor para ir a visitar a la familia, antes de salir a ocupar el nuevo destino, en el campo de entrenamiento de infantería localizad cerca de la frontera. Tenía la convicción, como hombre de armas, de tener un espíritu bien templado, eso decían en el cuartel, gracias al arrojo que siempre había demostrado en las acciones bélicas en las que había participado contra los alzados en armas. Siempre pensé que era, en parte, generosidad de los compañeros y los mandos. Hoy lo sé con certeza, después de mi reacción ante el extraño acontecimiento que me ocasionaría la perdida de libertad, por mi falta de frialdad ante el suceso. El día había amanecido borrascoso. El cuartel situado en la parte mas elevada del páramo estaba levantado sobre un amplio mirador: El valle se abría amplio y extenso a nuestros pies y era visible solamente los pocos días del año en que amanecía despejado y el sol lucía en el cenit. La oscuridad, la calima, el frío y el agua que no paraba de caer, lenta y monótona, empapándolo todo, eran parte del ambiente cotidiano. Los bosques húmedos, los árboles vestidos de líquenes y musgos , el deambular de la diversa fauna por los alrededores del cuartel y el trinar de los pájaros, nos distraía el animo en las tardes de invierno: alces, osos y lobos merodeaban cerca de las alambradas buscando desperdicios.

Durante días enteros reinaba una niebla blanca y espesa que no permitía ver a mas de dos metros de distancia. También es cierto que los desplazamientos dentro del cuartel eran cortos y seguros: El comedor, la enfermería, los lavabos y los dormitorios estaban separados por amplios corredores de fácil acceso mientras que la cabeza de mando se encontraba situada contra un empinado e inaccesible muro de granito que coronaba la montaña. Las garitas se distribuían cada sesenta metros, sobre un basto perímetro, en un terreno quebrado y tortuoso, a las que se accedía, las primeras veces, por puro instinto de orientación, desarrollado por necesidad, bien guardado en la memoria, como lo hacen los animales que viven en el bosque. Tampoco necesitábamos de termómetros para acertar con la temperatura exterior, bastaba con mirar cuidadosamente las plantas de alfalfa, si sus hojas reflejaban la luz, las temperaturas estaban bajo cero; si se observaba el rocío sobre sus hojas la temperatura se encontraba por encima de los cinco grados atigrados.

No era la primera vez que abandonaba el regimiento para visitar a los míos. He de aclarar que llevaba tres años prestando el servicio en la misma guarnición. Debe quedar claro, que los senderos que recorría los conocía bien, guardaba en la memoria cada vuelta y recoveco del camino, cada árbol, cerca o acequia que lo atravesara, donde estaba habitado o donde el bosque era mas espeso, mas denso y por lo mismo menos seguro. Estaba acostumbrado a él. Lo seguía como quien va al trabajo, tranquilo, seguro, a salvo de cualquier sorpresa. No importaba la estación del año en que lo recorriera. En primavera era mas dulce, mas vivo, mas lleno de colorido, del piar de los rajaros y de los ruidos producidos por los diversos animales que lo recorrían; los árboles se vestían con nuevas galas ,musgos líquenes y flores y el aire de suaves olores; las fuentes bajaban henchidas y cantarínas. El verano era seco , caluroso y en el camino se agradecían los remansos en las quebradas para refrescar el cuerpo en sus mansas aguas. En Otoño, gracias a las lluvias y antes de que empezaran las nevadas, recorría el sendero dejando sobre el barro fresco mis pisadas, para seguir, pasadas las brumas del invierno, mis recuerdos. Durante el invierno,nada,allí no se podía ni pensar, el frío, la nieve, y la calima lo congelaban todo y, el último, había sido especialmente duro, las dificultades se habían multiplicado y se había hecho intolerable la convivencia. Todos esperábamos a que terminara el invierno para regresar a la normalidad y alejar, con ella, el espanto de la monotonía, la rutina y la incertidumbre. La noche iba a ser larga, como siempre ocurrida, cuando nos anunciaban que tendríamos algunos días de descanso. Todos nos poníamos nerviosos, como niños, y cualquier ruido proveniente del exterior nos sobresaltaba. Pensábamos en las novias y en los besos que nos debíamos; en las juergas que nos esperaban al lado de nuestros amigos. Acudían a nuestra mente los recuerdos de otros días y, esta vez, en lo que nos depararía nuestro nuevo destino, en la nueva guarnición, cerca de la frontera. La casa, como de costumbre, nos abriría sus puertas con el calor y los olores de siempre,y, al rededor del hogar, los niños y los cuentos del abuelo:Las hadas, las brujas,las ninfas y los maravillosos personajes de nuestra fantasía.

Aquella mañana me levante temprano, el frío era intenso, atenuado por mi alegría, por la voluntad de salir y emprender el camino, por el ansia de ver a mis padres, a mi novia y a los amigos. Todo en mi era una barahúnda de emociones incontroladas. Desayune con prisa y salí del acantonamiento con paso marcial. En la puerta, saludé en posición de firmes la bandera, me despedí de los compañeros y del Capitán al grito de ¡ Buen viaje!.
-¡Buen viaje! -respondieron-
-¡En la frontera nos vemos, no lo olvides!
-¡Hasta pronto, hasta pronto, Capitán!

Emprendí el camino a buen paso, sin esforzarme, conociendo la larga jornada que tenia por delante y confiando en que haría buen tiempo. Entre el petate llevaba lo indispensable, el menaje propio del soldado compuesto por unas mudas de ropa, rancho para dos días, un puñado de municiones y sobre el hombro derecho el fusil: La novia, según el comandante, la cual debía estar siempre reluciente, bien puesta y lista para prestar el servicio. El camino de la montaña al valle era agreste y empinado y en ésta estación, duro, frío y resbaloso. La nieve no terminaba de fundirse, el empedrado del camino estaba liso, por lo que con frecuencia me deslizaba golpeándome al caer.. En algunos sitios podían verse , sin esfuerzo, las huellas de diversos animales que invitaban a estar alerta. Los árboles del entorno, la gran mayoría de hoja caduca, estaban aun desnudos, esqueletos donde se peinaba el viento, silbando con monotonía y a veces se enredaba en las delgadas ramas quebrandolas con estruendo poniendo en alerta todos mis sentidos. La acequia no rielaba, su superficie estaba congelada y un extraño rumor se producía en su vientre. Era el ruido de algo que se mueve con fragor, raudo, precipitándose contra las rocas del lecho, sin dejar huella de su presencia, salvo cuando entraba en los remansos, apaciguándose, meciendo las algas. Hacia el medio día hice un alto en el camino para descansar un poco y reponer las fuerzas. Tome algún alimento y cerré los ojos un rato. Pensaba en la soledad del camino. En toda la mañana no me había cruzado con nadie ni había visto ningún animal, solo el canto de algún gorrión preparando preparando su casa de primavera o el canto de algún búho sorprendido al amanecer y, en lo mas profundo del bosque, el canto del urogallo o el berrear de algún ciervo. Estaba cansado y el paisaje no terminaba de gustarme. Los árboles desnudos, de contorsionadas ramas, parecían gesticular, como si quisieran abrazar al viajero, tomarlo entre sus brazos para quedarse con él. Recordé, entonces, los cuentos de fantasmas, de ninfas, de bruja, de hadas , gnomos y personajes maravillosos con que el abuelo lleno nuestras tardes de hastío en fantásticas veladas. Me estremecí pensando en aquellos personajes de ficción y en la noche que se aproximaba. Recogí los bártulos y apreté el paso. El camino se hacia cada vez mas pendiente y escabroso en la medida en que se aproximaba al valle. Era como si fuera indispensable saltar al vacío para alcanzar las tierras bajas y, con ellas, la tranquilidad de espíritu. Se adhirió a mi mente, a mi cuerpo, a todo mi ser un extraño presentimiento. Tenia miedo. Era un soldado acobardado sin saber a qué...

El sol rumbo al ocaso. La tarde color malva y la neblina que comenzaba a cubrirlo todo hacían el camino mas difícil. Se difuminaban los contornos de las cosas y el esfuerzo visual era cada vez mayor. Avanzaba con dificultad por los difíciles recodos del camino. Me esforzaba adivinando lo que tenia al frente: Todas las formas se confundían y los ruidos, no se por que eran mas perceptibles, lo que me obligaba a agudizar el oído.No quería ser sorprendido por un animal o por un salteador de caminos. Seguía adelante con determinación puestos los cinco sentidos en cada paso. La luz del sol escapaba por el horizonte y estaba quedando a merced de las tinieblas. Escuche un fuerte batir de alas sobre las copas de los árboles y luego un ruido fuerte de algo que cae... luego silencio..., un profundo silencio. Me detuve un instante, afine el oído y la vista pero no escuchaba ni veía nada fuera de las sombras borrosas del entorno. Me coloque el petate a las espaldas y agarre , con fuerza, el fusil con las dos manos, en posición de combate, avance con sigilo, en cuclillas, con el alma en vilo y el corazón golpeándome en el pecho como un martillo y con la esperanza de que no fuera nada...

Agudice mas la vista y, al fondo del camino, sobre la gruesa rama de un viejo chopo, un pajaro inmenso, negro y misterioso, me miraba fijamente. Quede paralizado por unos instantes sin apartar la vista de aquella vision. Recupere el aliento, puse la rodilla izquierda en tierra y me heche el fusil al hombro, sin pestañear, a la espera del siguiente movimiento. El pajaro no me quitaba sus brillantes ojos de encima. Me miraba como si estuviera midiendo su presa, su pico afilado y corvo brillaba bajo las últimas luces de la tarde mientras permanecia quieto y agazapado en su rama... Depronto, abrio sus inmensas alas, estiro el cuello, abrio el pico y se lanzo sobre mi en medio de un horroroso graznido. Un fogonaso ilumino el entorno y retumbo por el bosque y por entre las cañadas un seco estampido. No vi caer el animal... No pare de correr hasta llegar al valle... Los recuerdos aun me estremecen...

- Soldado X , salio Usted de franquicia el sábado de los luctuosos hechos?
-Si, si Señor, así fue.
-Se encontró Usted, por el camino, con alguna persona?
-No. No señor.
-¿Vio o hubo algún suceso extraño que llamara su atención?
-Si. Si, Señor, al atardecer, cuando el sol se ponía en el horizonte y la neblina subia del valle para instalarse en las cumbres, escuche en el bosque, sobre las copas de los árboles un ruidoso batir de alas que me sorprendió. Luego, sobre un viejo chopo vi un pájaro inmenso, negro de corvo pico que me miraba fijamente. Yo me asuste. Me eche el fusil al hombro y le dispare cuando emprendió el vuelo para atacarme. No vi si cayo o no porque me lance a correr, sin tomar aliento, hasta que alcance el valle...

-Soldado, el pajaro de que Usted habla era la vieja Achieta, mujer de ochenta años, mal llamada por sus vecinos la bruja. ¡Queda Usted detenido por homicidio!







miércoles, 8 de agosto de 2007

BARBARITA


Le llamábamos Barbarita. Era una chica venida de las profundidades de la selva. ¿Quien la trajo a casa? Ya no lo recuerdo. Solo recuerdo que una mañana se presentaron con ella en casa y que nuestra sorpresa fue mayuscula, no por que fuera una indigena, sino por las pinturas o tatuajes sobre su piel. ¿Cuantos años tenia? No lo se, pero frisaban entre la pubertad y la adolescencia, por su estatura y su cuerpo menudo se adivinaba que aun era una niña. Al principio de su estancia en nuestra casa su conportamiento fue osco, uraño,desconfiado y retraido. Se ocultaba de todo y de todos y buscaba para ello los lugares mas apartados y oscuros. Sus ojos grandes y negros miraban con desconcierto, asustados, fijamente, como mira un felino el proximo movimiento de su presa o de un casual oponente. Su actitud nos producia sorpresa y perplejidad. Aun que nos esforzabamos no acertabamos en el trato, el lenguaje se habia convertido en una barrera casi infranqueable impidiendonos una comunicación aceptable.Barbarita aunque entendia algunas palabras del castellano se empeñaba en hablar la lengua de los Muiscas levantando una barrera mas en nuestra difícil relación. Por todo ello el lenguaje muchas veces más que servirnos de vinculo de unión sirvió para desatar tempestades. Barbarita se enfurecía, no manifestaba sus estados de animo llorando, simplemente se ocultaba y la recatábamos de su escondite no sin cierta dificultad, con muchas risas, muchos dulces y mucho deseo de agradar: Salia de su refugio con una amplia sonrisa pero sus ojos delataban malestar.

Barbarita no era bonita ni fea, tenia bien marcados los rasgos propios de su etnia: piel cetrina,fina, del color del aceite de olivas, de un amarillo verdoso intenso; pelo largo, negro y liso; baja de estatura pero bien conformada; Cara ovalada,casi redonda, donde los ojos de mirada fija y recta indicaban la altivez y el orgullo de su raza, su inteligencia y un extraño conocimiento del entorno donde lo que le era ajeno lo asimilaba con curiosidad y rapidez sin limite. Todo lo escrutaba como si quisiera poseerlo, no hacerlo suyo por el prurito de la propiedad sino por pasar a pertenecer de ese otro, asimilarse, hacer vida en común con el, comulgar de alguna manera con lo desconocido. Esta actitud era quizás lo mas singular de Barbarita. Tengo, aun hoy, la profunda impresión de que sus ojos no le pertenecían, eran ajenos a su cuerpo, habían sido puestos en su cara para que miraran mas allá del espejo...

Su comportamiento también era extraño. Nunca protestaba, no se le oía una mala palabra, no era sumisa, al contrario,manifestaba permanentemente su independencia. Sus ojos condenaban toda actitud que indicara servidumbre tanto mas si se aplicaba a ella, manteniéndose en callado silencio. Cuando se le reconvenía, de buenas formas, porque había cometido alguna pequeña falta, contestaba con naturalidad, ingenuamente: -decía- "no tenia sueño", "quería probarlo","se me ha caído", "tenia hambre" , " no me gusta", "no quería hacerlo" etc,etc, desarmando cualquier actitud sancionadora, convirtiendo el desaguisado en una anécdota humorística.

Barbarita tenia una vida espiritual muy amplia y profunda.Muchas veces le pregunte sobre sus Dioses sin recibir respuesta. Eran suyos y los guardaba como un tesoro. Mito o Tabú eran parte de su interioridad, de su ser estremecido ante la deidad. Su recogimiento era real. Se extasiaba en sus meditaciones, su espíritu navegaba, entonces, rutas desconocidas, complejas invocaciones que lo hacían mas antiguo, mas viejo, mas sabio y su rostro y su actitud cada vez mas joven, mas preparado para la vida diaria. Mientras estaba absorta se convertía en una extraña criatura, su mirada se perdía en el vacío, su cara de niña tomaba las connotaciones de una anciana invadida por una paz espiritual que imponía respeto. Nadie se hubiera atrevido a tocarla en aquellos instantes. Estaba tan lejana. En aquellos momentos su tristeza era tan antigua como su espíritu. Yo la vi muchas veces en estado de éxtasis. Tuve miedo por ella. Entonces, simplemente velaba su estado en silencio esperando a que regresara del mas allá. De pronto, en unos segundos, volvía a la vida, se activaba como un cachorro e iba de un lad0 a otro desarrollando las labores que había dejado pendientes hasta terminarlas.

Cuando regresaba de ese viaje misterioso era mas luminosa, como si en ese lugar al que viajaba la cambiaran, le dieran vida y mas seguridad en si misma. Se portaba como si hubiera bebido de la fuente de la sabiduría, de una fuente antigua y eterna a la que solamente ella sabia llegar para calmar su sed de conocimiento y sin desvelar jamas su misterio. Misterio que nunca pude aclarar a pesar de mi insistencia. Siempre quise saber en que profundidades se sumergía y hasta donde llegaba su sabiduría o su ignorancia o mi supina estulticia respecto de sus creencias y cultura. Nunca pude averiguarlo. La única certidumbre que tengo es que Barbarita era analfabeta , un alma buena y de una curiosidad sin limite.

Su curiosidad nos llevaba de sorpresa en sorpresa, no había cosa sobre la que no preguntara, sobre la que no indagara. Le atraían los libros, las revistas, los periódicos y en general todo lo que estaba impreso, pero no lo hacia por las fotografías , dibujos o por las historietas, que también por todo ello, sino por las letras, los extraños símbolos que allí se reunían y que ella no entendía y sobre los que terminaba inquiriendo a quien estuviera presente sobre lo que querían decir, sobre su significado. Ahí no terminaba su curiosidad, lápiz en mano imitaba los símbolos, los copiaba y memorizaba sus nombres y los repetía como un loro: "a", "e", "i", "o", "u", "l", "x", "y", "z", etc. Su memoria gráfica y verbal eran sorprendentes, tanto mas si se tiene en cuenta que, antes de llegar a nuestra casa, no había visto una letra. Su mundo hasta entonces había sido la frondosidad de la selva tropical, su exuberancia y colorido, sus múltiples sonidos, la diversidad del mundo animal y los rústicos objetos de la vida diaria.

Poco a poco fue cambiando de costumbres, se aplicaba en las labores diarias ganándole tiempo a su devoción: Las revistas, los periódicos y los libros. Pasado algún tiempo no volvió a hacer preguntas, se aplicaba en las paginas, las pasaba una a una, regresaba y repasaba, seguía adelante imperturbable, abstraída en las paginas impresas que tenia entre sus manos. Su rostro serio nos impedía preguntarle lo que hacia y, como no molestaba, la dejábamos hacer, al fin ya había cumplido con sus deberes. Su actitud no me molestaba, me inquietaba, me llenaba de curiosidad. ¿Qué hacia? ¡ Si no sabe leer! Un día cualquiera, cogió un libro de la biblioteca,se sentó en una silla y , como de costumbre se sumió en un profundo silencio pasando las hojas con lentitud, como si leyera. Yo la observaba curioso. Al fin, en un receso de su actividad,en un momento en que levanto sus ojos del libro pude interrogarla:
-¿Qué haces Barbarita? ¿ Quieres que te explique algo?
Me miro en silencio, sonrió, bajo su mirada a las paginas del libro y leyó en voz alta:
-"Veinte mil leguas de viaje submarino"....








lunes, 6 de agosto de 2007

MAS ALLÁ DEL ESPEJO


MAS ALLÁ DEL ESPEJO

Hablar de si mismo me parece una incoherencia,un acto de arrogancia, falta de humildad, y, en el peor de los casos, faltar a la objetividad, falsear la realidad y olvidarse que ha de mirarse como un suceso ajeno a nosotros mismos. No quiero que ésta página en blanco cargue con mis negras culpas. No deseo mancharla con mis recuerdos toda vez que se alejen de la verdad. No será fácil. Querré ocultar los hechos que llenen mi vida de ignominia y otros querré magnificarlos para mi propia gloria, mas no seria honesto de mi parte. Es la angustia la que me obliga a obrar. Los fantasmas de mi infancia o el reblandecimiento de las meninges propio de la edad:El espíritu se reblandece y la voluntad se quiebra. ¿Pero, que delito cometí entonces? ¿Qué infamia cometí para ser un proscrito? No lo se.Quizás lo barrunte desmenuzando reminiscencias de entonces, evocando los flash de la memoria que diariamente me atormentan, oscureciendo con negros nubarrones el panorama de mi futuro...

Registrar la crónica de mi vida de ésos primeros años y su incidencia ahora, cuando llevo el sol cargado a las espaldas, se me presenta como algo intolerable, pero el agujón de un deseo que me supera esta ahí, azuzándome, sin dejarme dormir, acusándome de un crimen que no recuerdo haber cometido. Soy consciente de que los hombres, incluido yo, con el transcurrir del tiempo vamos perdiendo los valores que nos sustentaron en los años mozos, la rebeldía y la capacidad de asombro, vamos cayendo lentamente en la bajeza, perdemos la virtud y cuestionamos nuestra propia existencia,perdemos la fe y dejamos de creer en los Dioses y en los hombres,y pensamos, no sin cierta razón, que hemos sido esclavos de las circunstancias, sin percatarnos, que lo hemos sido de nuestra propia debilidad, de las tentaciones que con tanta insistencia nos prevenían los guias espirituales: el mundo, el demonio y la carne, y, que a pesar de todo, devoramos golosamente, sin templanza , para compensar nuestra propia abulia, traspasando el umbral de la realidad pensando que estamos viviendo un agradable sueño.

Mis orígenes descienden de una estirpe de temperamento recio, pragmático y profundamente civil que dejaba poco a la imaginación al servicio de la razón. No es mi caso. Herede no se de quien una imaginación excitable, facilidad de palabra y buenos recursos dialécticos para el altercado verbal. Estas habilidades no siempre me fueron propicias, porque si bien es cierto que ganaba amigos y adeptos con facilidad, no es menos cierto que recogía con prodigalidad enemigos no siempre gratuitos. Pronto comprendí que los amigos se ganan por afinidades mas o menos aleatorias y que los enemigos se buscan. Pero si los primeros son fuente de satisfacciones, los segundos permitirán que te juzguen como un hombre de carácter bien formado o como a un cualquiera según la calidad y valía de los mismos. Ello que debemos escoger a nuestros enemigos con el mayor cuidado en la certeza de que de nuestro acierto siempre estaremos frente a ellos, si no como pares, por lo menos un poco por encima de sus propias mezquindades.

Vi la luz por primera vez en una barriada denominada El Vergel,localizada al nor- occidente de la Capital. Su nombre no provenía de una privilegiada localización entre parques y frondosas avenidas sino de un guiño furioso a la mas absoluta deforestación, ni un árbol,ni un parque, ni una planta.Era un nombre erigido al extraño mundo del su realismo , anclado a una pica, gracias a las macetas donde nuestras madres pretendían mantener vivos y floridos unos geranios marchitos. El Vergel solo era un oasis en nuestra imaginación.Todo lo demás estaba sembrado de cemento, calles adoquinadas o de tierra pisada, altas tapias propias de las construcciones coloniales, fachadas colgadas de balcones donde alguna maceta dejaba ver una planta mas mustia que verde. Mi casa, dentro del barrio, era grande, con muchos dormitorios, puertas y ventanas. Su perímetro estaba cerrado por un alto y amplio muro, como si de un castillo se tratara y cuya única salida al exterior la formaba una gran puerta de madera maciza distribuida en dos hojas y colgada sobre fuertes goznes de hierro que chirriaban al menor golpe de viento.Las habitaciones se distribuían adosadas a los muros en los diversos patios y recovecos propios de su construcción irregular. De sus habitantes lo sabíamos todo, vicios y virtudes, necesidades y angustias y algún que otro día feliz en que amablemente compartían la sonrisa. La casa era un misterio propicia a los cuentos de fantasmas, de terror, de gnomos, hadas y princesas y no pocos duendes que pululaban por todas las estancias causando no pocos sobresaltos.Los niños que nos reuníamos en sus amplios patios jugábamos a todo ello hasta el delirio, las lágrimas, el susto o el terror. Los corredores, los patios, las habitaciones adosadas a los muros, sus ventanas y balcones se prestaban a los mas variados juegos y hasta los adultos participaban ingenuamente de nuestra fascinada exaltación, no así mi Padre que se mantenía inalterable en sus principios, en el cumplimiento de sus deberes y obligaciones y en tratar de inculcarnos, a toda costa, que es la verdad y la razón la que debe prevalecer en todos nuestros actos. -No dejéis, afirmaba con frecuencia, que os quiten la razón cuando estéis ciertos de vuestros actos así vaya en ello vuestra propia vida, la libertad es vuestra única herencia y nadie puede arrebatárosla- Para nosotros eran solo palabras sin ningún significado, pero que muchas veces repetidas calaron en nuestro espíritu y se quedaron grabadas en la memoria. En la casa siempre guste de mirar a la calle por el ojo de la cerradura, amplio foco de visión me permitían ver en un flash a los transeúntes, mi imaginación ordenaba sus vidas ordenándolas sin ningún concierto para darle sentido a su existencia. Por ello fui reprendido muchas veces pero, aun hoy, guardo la costumbre de observar por la calle a mis semejantes, mirando con atención su rictus, la expresión de sus ojos, su afán de llegar a alguna parte, la angustia y hasta el horror de vivir. Esta costumbre me ha permitido conocer un poco mas a los hombres, aveces, en beneficio propia y otras en detrimento ajeno. Es la vida, su desenfadado desarrollo, las vivencias que van marcando sin cesar nuestro destino.

Mis primeros recuerdos de escolar fueron,¡manes de mi destino!,la liberación de los altos muros de la casa paterna, el campo a cielo abierto, el aire golpeando la cara con los cabellos al viento, el salto alegre o intimidado el corazón ante una nueva situación completamente desconocida. Eso esperaba, al menos, no solo mi impaciencia, mi cabeza demente y mi natural deseo de cambio hacia nuevos horizontes, pero, como de costumbre, los cambios se producen con mayor lentitud que la duración de una vida. Debo agregar, en honor a la verdad, que todo no fue desilusión y tristeza: se abrieron nuevas puertas y ventanas, nuevos muros, nuevos conceptos de valor, restricciones sagradas y humanas, normas estrictas y nuevos preceptores con un amplio poder y juicio para aplicar normas y disciplina en cumplimiento de su deber. La escuela se encontraba situada en un antiguo monasterio de planta redonda de elevados muros y torres fortificadas, en la cima de la montaña, rodeada de pinares, desde donde podía divisarse la plaza del pueblo, las torres de la iglesia, los tejados de las casas y el ir y venir, sin ninguna prisa, de sus habitantes. Desde que vi la inmensa casona, que los lugareños llamaban el castillo, no me sorprendí, me produjo fascinación, el misterio estaba el ella y en mi propia fantasía, también en la nostalgia de las cosas perdidas, en la amargura de dejar el lar de infancia y en la esperanza de una nueva aventura. Ahora mismo, cuando dejo sobre el papel mis recuerdos, siento, como la primera vez, la refre3scante atmósfera que lo rodeaba, aspiro la fragancia de la pinada y los arbustos que la rodeaban y el exquisito olor de las plantas de flores cuidadosamente dispuestas en macetas y el penetrante olor del pan recién horneado, me esfuerzo con ternura de niño estremecido en volver a oír , a lo lejos, el eco de las voces provenientes de la plaza y el tañido de las campanas en las torres de la iglesia. Todo parecía un sueño propicio al bienestar del espíritu pero, en mas de una ocasión, las cosas salen como no se esperan.

Como he apuntado la casona era antigua, de planta redonda, trazo irregular de altos muros y torres fortificadas. Todo indicaba que sus altas tapias eran el limite de nuestros dominios, la libertad, como de costumbre,estaba limitada por cierta arbitrariedad, igualmente nuestras fantasías y deseos. Aquellos muros marcarían para siempre nuestros sensibles temperamentos, decidirían, de alguna manera, nuestro futuro para nuestra gloria o para nuestro infortunio, serian motivo de alegrías y tristezas y fuente inagotable de vagas esperanzas. Las vidas son como las olas, crecen lenta y pausadamente, se encrespan, y pasado algún tiempo, se van desvaneciendo para morir serenamente en cualquier playa o repentinamente, en un espasmo, contra un acantilado. Dentro, el antiguo convento, fue construido a rampas, en espiral, como en una retorcida concha de caracol,y, adosados, contra sus pesados muros, se dispusieron los nichos con pequeños ventanucos y estrechas puertas que les daban acceso. Sus paredes limpias, un camastro y un crucifijo sobre la cabecera denotaban la austeridad de los monjes en sus aposentos. habían otras estancias largas y estrechas que nos servían de aulas o de lugar de reposo y que, en otro tiempo, debieron tener otros destinos. Allí, los alumnos, nunca sabíamos con certeza donde nos encontrábamos. No podía hablarse con propiedad de pisos dada su disposición en espiral, por rampas. La única forma de encaminarse dependía de la capacidad individual de orientación y de la observación y conocimiento de la nomenclatura que habían utilizado desde tiempos inmemoriales a tal efecto. Al principio fue difícil, no conocíamos la grafía, encima de las puertas de cada una de las estancias se había grabado, sobre la piedra, una letra del alfabeto griego desde alfa hasta omega y, al final de la espiral, en la última puerta, un signo, que según dijeron, representaba el infinito, un ocho en posición horizontal, en reposo , como todo lo que dura eternamente. Quizás sea éste el recuerdo mas portentoso de aquella época. Al abrir aquella puerta la sorpresa era maravillosa, se abría ante los ojos del espectador, durante el día, un cielo abierto e infinitamente azul y, en las noches, un domo nutrido de estrellas motivando aún más la fantasía y el prístino sentido del infinito.

En las aulas largas bancas de madera, con estrecho reclinatorio, servían de incómodos pupitres. Los preceptores tenían una mesa de madera maciza y una silla colocadas sobre una tarima que les permitía una amplia visión sobre la estancia. ¡Con cuanto asombro y resignación recuerdo a mis maestros!. Hombres reverentes de rostros serenos,sonrisa permanente y aspecto sumiso cuando de sus superiores se trataba o cuando, esporádicamente, se citaban reuniones de la comunidad, cuando no, en las aulas, agrios los rostros, fruncido el ceño, administraban los conocimientos y la disciplina férula en mano y a grito en cuello. No eran todos, es verdad, los menos,con humildad y entrega nos enseñaron a vivir y a mirar las letras y las ciencias con curiosidad y respeto. De éstos guardo gratos recuerdos, de los otros, el profundo malestar provocado por su impaciencia, vanidad sin limite, fatuidad de juicio y engreimiento permanente.Las puertas de las aulas eran de hierro forjado, pesadas, colgadas de gruesos y herrumbrosos goznes que ante cualquier movimiento chirriaban, distrayendo nuestra atención y llevándonos, sin quererlo, al mundo de los maravilloso y el misterio, al mundo de los fantasmas y los duendes, al mundo asombroso de la meditación, la observación y la fantasía, ¡que paradoja!,
de la dispersión de la atención nace la ficción.

Los pasillos interiores nos servían de patio de juegos y la irregularidad de su construcción llena de revueltas y salientes de propicios escondrijos. ¡ Que palacio de encantamiento era éste edificio para nuestro solas! ¡ Que misterios escondía detrás de cada puerta! ¡Que sustos en cada arista! ¡ Cuantas alegrías y cuanto desconcierto general de los espíritus!. Como quiera que dentro de la casona siempre se avanzaba en círculos retorciendo los espacios sobre si mismos y curvando las estancias, siempre teníamos la sensación, con respecto a la casa que era idéntica al signo grabado sobre la última puerta como representación del infinito. Allí aprendí mis primeras letras, malos tratos, lecturas edificantes y unos cuantos dislates. Leer un libro de su reducida biblioteca era un esfuerzo de rompecabezas, tantas cicatrices tenían,tantas hojas sueltas, rasguños y enmendaduras que dificultaban la labor del pensamiento enfrentándolo a un perpetuo colage de escasa comprensión. ¡Menos mal que el cerebro de un niño no necesita de los sucesos exteriores para ocuparse y divertirse! Bastale con su imaginación y las pequeñas excitaciones que le ofrece el entorno en que mora para moldear a satisfacción´n sus vivencias. Adultos, somos incapaces de estas proezas, los recuerdos mas vividos son grises, moran en el olvido, sometidos a la lógica de lo que ya no es, en la inútil esperanza de sentirnos jóvenes ocultando los pequeños placeres y los fantasmagóricos dolores de los días idos. No es mi caso, me atosigan los recuerdos, los fantasmas se agolpan en mi8 memoria, imágenes vividas y sentidas pidiendo libertad... ¿De qué? ¿Qué tengo que liberar? ¿Qué oculto crimen he cometido? ¿ Que fatalidad se me oculta? No lo sé. Me vuelco en mis recuerdos y solo se me revelan las pequeñas riñas, los juegos, las horas de oración,, las cariñosas picardas, los berrinches provocados por las injusticias, el disgusto provocado por las caras hoscas, la férula, la muerte de mi madre que nos dejo sin norte durante mucho tiempo y pocas otras cosas mas sin ninguna importancia. Entonces, ¿por qué éste martirio? Seguiré sumiso su ritmo hasta aclarar el contenido.

Mi nervioso temperamento, mi actividad permanente, mi curiosidad sin limite, el imperio de mis dictados me ganaron pronto cierta ascendencia entre mis condiscípulos. Me mantenía inalterable en todos los sucesos y saraos con la intención de ser el mejor por gamberra que fuera la acción o difícil que se presentara una lección. La puja era constante, tenia un alter ego que se oponía a mis des¡gnios , osaba competir con migo en los estudios , en los deportes, en los recreos y hasta en las pequeñas riñas que se formaban por cualquier menudencia, y, lo que más me incomodaba era su resistencia a someterse a mi voluntad, a mi omnímodo arbitrio, supremo despotismo que no pocas veces ejercía sobre los mas débiles y menos dotados. La rebelión de mi alter ego era para mi una fuente de constante disgusto, tanto mas cuanto que,he de reconocer, que en el fondo de mi ser sentía por él respeto y hasta temor. Lo veía como a un igual y no deje de pensar que esa igualdad era en él un signo de superioridad que me obligaba a mantenerme en una lucha perpetua. Siempre supe, por la actitud de los demás, que su competencia, su oposición, su obstinación ante mis propósitos, solo era observada por mi pasando inadvertida para todos los demás. Puede parecer extraño que a pesar de la contrariedad que me causaba su rivalidad y su intolerancia tuviera por él ninguna antipatía aun teniendo en cuenta que no había día que no tuviéramos algún enfrentamiento que se sanjaba con una mirada cómplice, una sonrisa o una venia que deshacía el entuerto. Se las arreglaba bien para que yo entendiera, que a pesar de todo, era mio el control. Siempre me ha resultado difícil entender y resumir mis sentimientos hacia mi alter-ego. Consustancial mente siempre he tenido y quizás así lo entendiera mi alter-ego que lo anómalo de la relación encaminaba nuestras inquinas, que eran muchas, abiertas o encubiertas a la apariencia de una diversión convertida en pesadas bromas evitando cuidadosamente la franca hostilidad. Buscábamos con afán como zaherirnos, con lengua afilada,y, no pocas veces, escarbando en cualquier pequeño defecto que sirviera al efecto, pero siempre chocábamos con la austeridad del carácter que impedía, como un colchón, la explosión incontrolada de nuestros sentimientos.

No eran solamente las actitudes las que entraban en este juego macabro. En la medida en que pasaba el tiempo acumulando riñas e inquiriendo en vendettas avanzamos en un proceso de mimetización de nuestras personas fisica y mental, copiando modos y actitudes, diccion y hasta lkos pequeños guiños y tics corporales para acentuar nuestros tormentos. Muchas veces llegamos al aturdimiento, al embrutecimiento de nuestras facultades hasta quedar obnubilados por nuestro propio desden hacia el otro, y, en eso0s breves instantes, saltaba como un destello una actitud moral reconciliatoria en forma de buen consejo cancinamente insinuado, como un susurro al oido, para que solo fuera escuchado a quien iba dirigido. Yo rechazaba esa actitud cobarde que pasabdo el tiempo se acentuaba y, que sin embargo, he de reconocer que dichas sugestiones eran balsamo en nuestro particular litigio. La sensatez las precedia y fueramos mejores si con mas humildad y menos amor propio las hubieramos acogido con mayor frecuencia.

"No hay mal que dure cien años", al fin, vencidos por el cansancio, terminamos por impacientarnos ante la férrea vigilancia de nuestros actos, ante la arrogancia de nuestro carácter, ante la intolerancia que cada vez más nos ofendía dirigiendo nuestros sentimientos, análogamente, hacia el mas profundo odio y procuramos, sin conseguirlo del todo, evitarnos, pasar de largo de nuestros frecuentes envites y hacernos la vida pasajera. Pero no fué así, el daño estaba hecho, nuestras mentes calenturientas buscaban nuevos motivos para la acción refinando métodos y desempolvando equívocos. No contábamos, deslices de la juventud, que todo tiene un final, el tiempo nada perdona y los días de clases tocaban a su final, también nuestra permanencia en la escuela. Creí que la ilusión tantas veces mantenida y alimentada por nuestras disputas al fin se desvanecía. Nunca pensé que el pesado fardo teníamos que llevarlo fuera de las aulas y menos aún que hiciera parte de nuestro propio carácter como una herencia genética, entonces, me odie y odie en el otro las marrullerías de que nos valimos durante tantos años para solas de nuestros compañeros y perjuicio propio. Pudo mas el orgullo que la humildad y en lugar de perdonarnos para cerrar el ciclo, ante la inminencia del adiós final, buscamos el toque de gracia, el acto final que sanjara de una vez y para siempre quien era el amo y señor del pequeño corral de nuestr4as intrigas y desavenencias, quien podía levantar la bandera del triunfo ante la algarabía de sus condiscípulos. Cada cual se recluyo dentro de si, se amurallo en busca de la estocada final, el acto tenia que ser glorioso e impactante para que el jolgorio que produjera fuera espectacular. El enemigo tenia que ser derrotado y humillado para resarcir tantas noches de insomnio, tantos desvelos y malos ratos. Había que salir airoso del ultimo lance.


Me recluí en mi cubículo y repase mi tortuosa vida semejante a la antigua casona de planta redonda, tortuosos corredores, recovecos y pasillos donde pase mis primeros años de escolar. Tantas aristas, puertas y ventanas, las grafías griegas sobre las puertas y el indeleble signo del infinito en perpetuo reposo, la magnificencia de esa última puerta, el cielo abierto y el domo astral en claras noches de estío. Fantasías, ilusiones y esperanzas se agolparon en mi cabeza en un ejercicio de remembranza valorando cada acción, haciendo cuentas, en la vana esperanza de haber acertado. Removí todos mis recuerdos, los puse en orden,y, a pesar de ello,no encontré una explicación que diera satisfacción a mis acciones. El desconcierto que me produjo el aserto desequilibro mi moderación, mi temperamento y comencé a divagar por senderos aun mas tortuosos. Daba vueltas y revueltas sobre si mismo cada vez mas fuera de si . Me tire sobre la cama para descansar y tratar de organizar mis pensamientos pero fue en vano .Cansado, tembloroso, me levante fui hacia el espejo colgado en la pared y me mire en él, el otro estaba ahí, me miraba con una sonrisa sarcástica detrás del azogue. ¡Habia triunfado! . En la puerta, mis compañeros, soltaron una estruendosa carcajada haciendo aún más ostentosa mi humillación.















miércoles, 2 de mayo de 2007

MISIA MARIA MALETAS MACHUCA TERRONES/ CAHGUANÍ



Miércoles 2 de mayo de 2007
MISIA MARIA MALETAS MACHUCA TERRONES/ CAHGUANÍ

Hace mucho tiempo conocí a una anciana que por toda enfermedad cargaba su vejez de la que decía que iba a morir en el recodo enmontado de un camino, por que ellos habían sido su albergue en su vida de trovador y el mundo y los hombres su más cara ilusión. De este mundo, para su ser, tomo todo y, su única extrañeza a pesar de la ignorancia de las letras era la impaciencia, la falta de reflexión y la necedad de sus semejantes. Parlanchina, vivaracha, deseo siempre el silencio de los caminos por entre la flora y bajo el sol que ilumina la historia que la vida en comunidad que no entendía. En sus largas jornadas, sola, su meditación no iba más allá de este mundo porque desechaba a Dios del que hablaba tan bien...

Los días de mercado, María Maletas Machuca Terrones, amanecía en el poblado, con sus trebejos al hombro, con sus manos arrugadas mendigando, con sus ojos centelleantes censurando e inquiriendo, y, por vuelta de lo recibido, a flor de labios marchitos, una máxima lozana que robustecía el espíritu. Su sobre nombre, más que el producto de machacar terrones con su bordón hasta verterlos polvo, era el producto de su posición ante el mundo que tanto amo y al que quiso redimir con su voz de litigante, de regateo frente a sus interlocutores, de quienes muchas veces, entre los más cuerdos, arranco una lagrima a los diques del ungís, y, de otros, los menos, una carcajada de estupidez y una mirada sin pensamiento, que es en el fondo, la perplejidad que causa el reconocimiento de lo que no queremos admitir.

Siempre que la escuche tuve la impresión de que aquel cuerpo magro, raquítico, se hallaba liberado de todo menos del mundo, al que se entrego virtuosamente, convencida de que era lo único digno de amar, hundida hasta la saciedad y con la seguridad en la grandeza del hombre, con la siempre joven esperanza en la vida, donde Dios no tiene cabida en los intereses del hombre. Era consciente de que el hombre, muy a pesar de los atavismos religiosos y jurídicos, tenia preferencia por lo que le ofrecían sus sentidos y el instinto, primaban en él los goces del cuerpo sobre los del alma, la vida en la tierra a la esperanza en paraísos y nirvanas.

En el pueblo, se sentaba en los escaños de la plaza, quizás porque allí, en medio del bullicio del mercado reverberaba la vida a los gritos de la oferta y la demanda, y, porque el rictus de las gentes que en ella se agolpaban hacían le esbozar sus máximas rebosantes de sabiduría y realidad, y además, porque era el centro de su auditorio. ¡Que le importaba que el párroco maldijera su nombre y amenazara con excomunión a quien la escuchara si su credo era el hombre y el mundo que existe! Su rebeldía no era una rebeldía individual ni heroica, no pretendía descabalgar el establecimiento ni violentar los códigos, solo pretende educar al hombre en la dignidad moral y en la responsabilidad civil sin atavismos de ninguna índole.

Siempre hubo dialogo en rededor de su figura, las preguntas y las respuestas se sucedían atropelladamente, todos querían saber, de primera mano, la última máxima. Un domingo, entrada ya la tarde, escuche éste dialogo:
-Hola, María Maletas, ¿Como estas?
-Con los pies sobre el mundo y mi espíritu y mi bordón sobre el terrón.
-¡Que te entienda el diablo, María Maletas!
-No vivas del pasado, de tus perennes recuerdos, de tus mejores desde aquel otro lamentable, con ello, sepultaras tu presente y el de la humanidad entera. Así no vives, más aún, no dejas vivir...
-No digas esas cosas, ¿cómo se vive sin experiencias, sin Dios, sin fe?
-No, eso no representa toda la existencia, ella es algo más que ese pesimismo fatuo engendrado por los Dioses, por los oráculos y por sus creyentes, por los perjuicios del ser humano que no es capaz de realizar el momento presente sin pensar, más allá de lo correcto, en el que viene y en el que paso para su dolor o para su gloria. No, eso no es la existencia, tenemos que cotejar el pasado sin caer en el remordimiento de la acción fallida ni con temor al futuro aplicándonos, con voluntad férrea, al momento real y objetivo que vivimos y al que viene si alcanzamos... La vida hay que vivirla del todo, con humildad, plenamente, los Dioses no cuentan...¡ Solo el hombre y su acción!

Todos quedaban ante sus argumentos desconcertados, con la mirada perdida en el infinito y con un rostro de perplejidad que asustaba. ¿Acaso no sería excomulgado quien escuchara la vieja hereje? ¿O era que la realidad de sus palabras asustaba más que aturdía? No sabría decirlo con certeza, pero su influencia pesaba sobre los espíritus muy a pesar de la religiosidad de las gentes para las que siempre tenía palabras oportunas.

Llegada la tarde, en la soleada plaza, quedaba la vieja queriendo retener un transeúnte. En el poblado le horrorizaba la soledad. No quería quedarse sola, le consternaba su insomnio con la iglesia de elevadas torres y campanas lúgubres ante sus ojos. Tenía miedo. Toda ella se apoyaba en el hombre al que quería redimir. Se aferraba a ese ser por quien demostraba tanto interés. No quería abandonarlo a sus pasiones animales e irreflexivas que una religión perdonaba con indulgencia o negligencia. Quería hacer de ese hombre que tanto había amado en la soledad de los caminos o en el bullicio de los poblados un hombre nuevo. Siempre anhelo un auditorio de mentes jóvenes y lo hallo. Laso jóvenes -decía- no saben que la experiencia es una batalla en la que hay que perder lo todo para aprender un poco. Los jóvenes tienen que soportar la vida y despreciar cualquier clase de suicidio. Deben vivir y llegar a viejos, locos, ebrios o sabios, el cómo no importa, su fin en últimas, será un fin digno y admirable, morirán bellamente si mueren viviendo. Para los hombres esto no será un consuelo sino un apremio. Los hombres edifican para la vejez, de la que soy una representante, pero yo no me he equivocado, yo no le di ocio, ese ocio que se dan muchos para descansar, pero que, hundido el espíritu en la edad, comprenden que ese anhelo, en tantos años engendrado, es falso, y, con tristeza, comprenden que necesitan de la juventud de otros hombres para apoyarse y que todo lo viejo es caduco solo en la medida en que no quieren reconocer y vivir de lo nuevo para sustentarse...

Un domingo lluvioso, bajo la ceiba de la plaza, sintiendo que su vida se apagaba, agrupo la vieja, difícilmente, a los jóvenes que transitaban por el mercado. Reprimió las lágrimas para que no dudaran de su entereza de carácter, tomo las manos de algún de los allí presentes para darse aliento, y, en los estertores de la muerte, con voz firme, pronuncio su postrer aforismo:
-¡Gritad, jóvenes, que si os dan la vida, que si os dejan obtener vivencias, les devolveréis a cambio una cultura!

martes, 13 de febrero de 2007

UNA CARTA


Martes 13 de febrero de 2007
UNA CARTA
Estimados amigos, hemos sabido por X y Y, y también por Z, que el resto del viaje se realizo sin contrariedades y que ustedes, a pesar de los contratiempos en Madrid, por fin se encuentran en casa, hecho que nos satisface, porque sabemos, como ustedes, del afán y la tranquilidad de estar con los nuestros. Nosotros, gracias a Apolo, Júpiter y a todo el Olimpo Griego, nos encontramos con los nuestros, disfrutando de mejor clima y más calor de hogar.

De Ginebra en adelante, apurando el peor rato, ocasionado por la tristeza de la separación, especialmente de ustedes con quienes nos divertimos tanto, nos internamos por los Alpes en busca de Italianas tierras pergeñando la historia de la Roma Imperial, del cuattrocento Florentino cuna del renacimiento, y del más vasto imperio ideológico contemporáneo, El Vaticano. Todo lo encontramos y lo vimos, muy a pesar nuestro, a vuelo de neblí aligero.

Ingresamos por Venecia lacustre, por canales tortuosos y la mar de góndolas en rápido crucero. Permítaseme una anécdota que servirá para reflejar el sol del medio día de ésta romántica ciudad:

Encontramos en un hotel de Roma, de amplias plazas y espaciosa piscina, a una dona de torso ebúrneo, cincelado, seguramente, por Leonardo da Vinci o por Miguel Ángel, vaya usted a saber, que, de piscina en piscina, tantas que contamos hasta cien, sin contar las que no vimos. Nosotros y quienes observaban a nuestro lado, con pasmo, tal estado físico, apostamos todos a una que debía de ser campeona de natación; otros afirmaban que era quien en reiteradas ocasiones había atravesado a nado el Canal de la Mancha, y, los menos, que era una sirena que había adquirido el hotel para atraer a los turistas. Así en estas cábalas, dizques y diretes nuestra dama salió del agua y optamos por preguntarle quien era... a lo que respondió:

-¡Puta Callejera en Venecia!
Venecia es además una ciudad impresionante por su arquitectura que cierra con galanura la gran plaza de San Marcos. Son de especial mención sus antiguas fábricas de cristal de Murano, la fundación Pegy, el Guggenheim, el Palacio Ducale, el Puente Rialto, el Campanario de San Marcos, el Palacio de Dux y el Museo de Carrer de Pesaro. En Venecia el agua lo determina todo y azas el silencio, ese silencio profundo solo interrumpido por el ruido rítmico del agua al chocar contra los muelles y paredes de los canales, movida por las góndolas y otras embarcaciones. Sus múltiples puentes y canales le dan el carácter de una ciudad romántica.

De Venecia nos dirigimos a Florencia y al renacimiento Italiano: Allí se confunden la política y el arte. Los Medícaselos Orbieto, los Uffisi con Rafael, Donatelo, Giotto y Maquiavelo. La gran plaza de la Lonja de la Signoria donde la escultura tiene asiento refundiendo la escultura Romana Antigua con la escultura del Quinientos Florentino entre las que se destacan el David, el rapto de las sabinas, el grupo de Menelao y Patroclo y a su lado la arquitectura, la Catedral de Santa Crocce, el Palazzo Vecchio, el Duomo de Brunelleschi y Ponte Vecchio. Vale la pena destacar la amabilidad de sus gentes, porte y señorío: Salimos a la calle una noche, ni de rumba, ni de copas, sino con el ánimo de contemplar el claro oscuro de la ciudad. Nos perdimos. Y ella rogando por aparecer y yo afinando la brújula, pero nada, en estos menesteres apareció un florentino todo de rosa vestido. Ante la fantástica visión quisimos correr, no dábamos crédito a los ojos, pero, como es costumbre, puede más la necesidad que la prudencia. Nos acercamos a la aparición y le preguntamos:

-¿Donde queda el Hotel de Giorgio?

Él, con finísimo ademan, rasgando delicadamente con sus dedos índices los ojos hacia las sienes respondió:

-¡Ay, mi amor, aquí estoy!

Llegamos por fin a Roma, a los Museos Vaticanos y al Coliseo, al Foro, a la Fuente de Trevi donde se deben tirar tres monedas, no para alimentar el hambre de quienes las recogen por la noche, sino para regresar a Italia, a las catacumbas y a los Museos Vaticanos. Ya no sabemos qué admirar más, si la lira, no la de los acompañamientos musicales de Nerón, ni la de colgar, sino la moneda Italiana y la habilidad Vaticana para recaudarla. Definitivamente la iglesia es mendicante por naturaleza. Cristo con todo y ser el hijo de Dios no logro sacar a los mercaderes del templo: En los pasillos del Vaticano te venden desde una medallita, un pañuelo, una cartera, unos zapatos o una joya bien engastada.

En el Vaticano se encuentran también las mejores colecciones de arte de todas las épocas. Allí no se habla de Museo Vaticano sino de Museos Vaticanos arrancando de la capilla Sixtina hasta el arte contemporáneo. En conclusión, se debe ir a Roma, pero ojo con las liras. Hoy comprendemos, con toda claridad, porque Roma es la cuna del Derecho...

Cansados, con los ojos enrojecidos por la vigilia ingresamos a Grecia, la alegre, la esplendida, la cuna de la civilización de occidente. Allí hasta el sol es más brillante y el mar de un puro azul. En otros sitios de la tierra la abulia se hubiera convertido en pereza y no en creatividad, de ello nos hablan Homero, Sófocles, Pericles, Solón, Parmenides, Sócrates, Platón, Aristóteles y muchos más. Así mismo la grandeza de sus monumentos, los cuales fueron víctimas de sucesivas invasiones, del fanatismo cristiano y de la codicia y rapiña inglesa. Por ellos han pasado los siglos, pero aún siguen siendo el punto de referencia de la historia, la cultura y las artes.

En Grecia hay sitios que invitan al recogimiento espiritual por todo lo que entrañan de patrimonio científico, cultural y artístico: El teatro Odeón en Epidauro es uno de ellos, allí no se necesitan los avances científicos y técnicos para escuchar desde cualquiera de sus catorce mil plazas el más mínimo suspiro. Delfos, El Partenón, Las cariátides son monumentos que hablan de la grandeza del hombre.

La estatuaria Griega hay que verla en dos ciclos, el primero, en el Museo Nacional de Londres, el segundo, en Grecia en sus diversos museos localizados a lo largo y ancho de su geografía. Otra cosa son sus Islas con sus pueblos llenos de luz y colorido. En fin, no quiero cansarlos con tanta cháchara, ni estar constantemente recordando les nuestras raíces y el divino destello de lo Dionisiaco...

Recorrer Gracia es vivir su mitología, sentirla, acercarse al mundo de los dioses y recorrer la geografía de mano de los Dioses, protegidos y asediados por ellos, no en balde Prometeo es el benefactor por excelencia de la humanidad, en una ocasión estallo una disputa en Silicón, sobre que partes de un animal sacrificado debían ser ofrecidas a los dioses y con que debían quedarse los hombres. Para dirimir la disputa fue elegido Prometeo. El Titán sacrifico al animal e hizo dos bolsas con la piel, en la primera depósito la carne del animal cubierta luego con las viseras y en la segunda los huesos y la grasa toda bien dispuesta. Terminada esta labor llamo a Zeus y le pidió que eligiera una de las bolsas .Zeus escogió la que estaba mejor dispuesta, la de los huesos y la grasa, que era más atractiva a la vista. Desde entonces se les ofrecían a los Dioses los huesos y la grasa de los animales sacrificados.

Zeus enfurecido por la artimaña de la que había sido objeto exclamo:" Que coman la carne cruda" y se negó a proporcionarle a los hombres el fuego. Prometeo, comprometido con la causa de los hombres, entro a escondidas al Olimpo, robo el fuego sagrado y se lo entrego a los hombres.

Disgustado Zeus, por tener que aceptar la peor parte de los animales decidió vengarse. Ordeno a Hefestos que creara y modelase de la arcilla a la primera mujer a imagen de las Diosas; Atenea la vistió, las Gracias la cubrieron de joyas, Afrodita la embelleció y así, sucesivamente los dioses le fueron otorgando gracias hasta que le toco el turno a Hefestos quien le otorgo la maldad, la insidia y fue llamada Pandora.

Zeus se la ofreció a Epimeteo, hermano de Prometeo, quien acepto el obsequio muy a pesar de las advertencias de su hermano en relación con los ofrecimientos de los dioses.

Epimeteo por encargo de Prometeo custodiaba un ánfora donde había logrado encerrar a todos los males de la humanidad. A pesar de que Epimeteo le había prohibido a su mujer abrir aquella ánfora, Pandora acuciada por la curiosidad la abrió. De allí se escaparon todos los males esparciéndose por todos los continentes entre el género humano, en el recipiente solo quedo la esperanza, que Epimeteo logro encerrar tapando la ánfora rápidamente...

Las injusticias, las insidias, la trapacería, la envidia, la codicia y todos los males siguen sueltos. La esperanza encerrada en una urna desde el principio de los siglos...