martes, 23 de enero de 2007

UN EXTRAÑO ENCUENTRO

Hay días que amanecen excesivamente oscuros a pesar de presentar un cielo azul esplendoroso y un sol canicular en su cenit. Días, en los que la oscuridad que llevamos dentro, supera cualquier expectativa poblando de sombras cualquier esperanza. Días, de dolor y de angustia, al comprender que en el mundo de hoy, en el que nos ha tocado vivir, hijo de desafueros y refinadas perversiones, de rifi rafes de poder a mesa limpia, de destrucción de los valores conocidos sin abrir nuevos caminos al optimismo, no alcanzara nuestra voz, suplicando auxilio, a levantarse del barullo general que arman los que de la rapiña y el saqueo hacen causa común, se sientan a manteles, a regodearse como fieras del banquete que a diario les ofrecen las almas humildes y bien intencionadas...Esto le decía a Ernesto un hombre mal vestido, mal comido, flaco como la desesperanza, de larga barba, ojos soñadores y con la sonrisa perenne de quien se burla hasta de si mismo.

-Vamos hombre, dijo Ernesto, si seguimos a éste paso nos rendirá el cansancio...

-El desconocido, cortesmente le contesto: -Cansados ya vamos por eso apuro el paso. No quiero seguir viendo a lo largo del camino las estrellas de sangre que van a ninguna parte, ni los ojos tristes de los niños hundidos en sus órbitas, ni sus manitas esqueléticas mendigando un pan que todos les negamos. No quiero ver a sus madres con los ojos secos prontos a la locura, ni a sus padres con un fusil en el hombro defendiendo extrañas quimeras que reparten, a manos llenas,dolor y espanto. No quiero ver en el firmamento, revoloteando, a los pájaros de la muerte. No quiero oír el estruendo de las bombas ni ver a los mutilados del combate, ni quiero oír chirriar las orugas de los carros en su avance de destrucción y muerte. No quiero ver la tierra yerma florecer manantiales de sangre...

El camino polvoriento se doraba al sol; las espigas se ondulaban con el viento y una brisa suave y fresca refrescaba el ambiente. A lo lejos se oían los mugidos del ganado, el ruido de la acequia al precipitarse entre los rápidos y el estruendo que produce la ciudad pretendiendo ahogarlo todo con su cansino y pesado resoplar. Voces ninguna, nada que se pueda identificar, solo un poderoso rugido que todo lo devora , que deshumaniza, que rebaja al hombre a la condición del animal y le regala, derecho inalienable de su ciudadanía, la palabra libertad.

Ernesto miraba a su ocasional acompañante desconcertado y le replico:


-Mire Ud. yo trato de entenderlo, de hecho, muchas veces he pasado por estos bajos estados de animo. A fe mía que he tenido que superarlos en la soledad, como todos, porque nadie puede ayudarnos, a nadie le importan los sufrimientos ajenos. Ni Dios mismo nos puede consolar. Cuantas veces habré ido a la iglesia, a romerías, a lugares de los que hoy suelen denominar mágicos, llenos de energía, a pedir, con fe, por que se haga la luz en el camino. Pero no. Solo abrojos, dificultades renovadas y ni un atisbo de ilusión. Creo, con mucha mas frecuencia a medida que pasan los años, que es el hombre el único que puede darle un nuevo sentido a la vida, crear nuevos valores y una nueva generación de mentes jóvenes consientes de sus obligaciones para con el futuro de la humanidad.


-Quizás tenga razón.Es probable que la tenga... ¡Libertad! Es una palabra extraña, un concepto que ofrece mas de lo que significa y cuyo contenido esta rodeado de alambre de espino por todas partes. quizás el hombre al sentirse sometido, oprimido, minimizado, la vulnere en nombre de su libre albedrío... ¡Pero que digo! ¡albedrío! he ahí el error, la equivocación, el desvarío. ¿ Libre albedrío... y, para qué? Seguramente para darle sentido a la creación...¡El hombre es un ser extraño , un mundo dentro de muchos mundos.¡ Todos quieren tener la razón!

No lo se. Cuando se habla de creación también me cuestiono. También cuestiono al creador. Creo que el fundamento primero de todo creador es amar lo que crea, enaltecerlo, mejorarlo, hacerlo cada día mas bello y útil... Yo tengo cuatro hijos, les he dado la vida y por lo tanto los he creado. Eso no me basta. Los amo, les demuestro mi amor ayudándoles a ser mejores, dándoles facilidades para que lo sean. Procuro estar a su lado cuando lo necesitan para darles animo y revitalizar su aliento,y, tengo que admitir, que muchas veces desfallezco, no por ellos sino por mi al sentirme desamparado. Querido amigo me parece que el creador se ha olvidado de su creación o esta muy ocupado en otra parte del universo creando algo mejor ante la impotencia de redimir el circo que llamamos tierra. Si es así ha fracasado y es un fracaso descomunal. Convendrá usted con migo que estoy en lo cierto. No quiero que piense que es pesimismo mio. No. Son los relámpagos de las explosiones, el hambre y la miseria. Son los vendedores de paraísos y nirvanas, los vendedores de armas, los especuladores de la necesidad humana, los vendedores de sueños e imaginerías. Son los gobernantes y sus adláteres con sus apetitos inmoderados de poder y beneficios. Son los que desde el púlpito, saciados de todos los bienes terrenales, piden humildad y humillación en el abandono y la miseria para alcanzar la vida eterna. Es la iglesia que bendice todos los desafueros y , en fin, los poderosos de la tierra que en nombre de la libertad y la democracia e invocando el libre albedrío sojuzgan a sus semejantes sin ningún temor a Dios y con la bendición de los representantes del templo.

-Yo te entiendo. Miro en rededor y no encuentro sino desconcierto. Lo prudente, creo, no es negarle al hombre las libertades ni hacer un sayo de su libre albedrío. Lo que debe hacerse es enseñarles desde la mas tierna infancia a hacer respetar sus derechos y a cumplir rectamente con sus obligaciones . Al hombre hay que enseñarle que la vida no tiene sentido si no ha de vivirse plenamente, satisfactoriamente en el uso de sus derechos y obligaciones. Hacerles entender que cualquier limitación de los mismos le dará libertad de exigirlos por todos los medios hasta volver a obtenerlos. Al hombre para redimirlo habrá que enseñarle que es preferible morir en el intento que vivir sometido y humillado... No fue otro el legado del crucificado...

La ciudad esta cerca. Las primeras chabolas con su miseria a cuestas se les muestran desnudas. Los niños mugrientos y desharrapados juegan entre el barro.
Mas adelante unas mujeres anemicas, lavan la ropa en un poso de aguas detenidas y los hombres deambulan de un lado a otro sin nada que hacer gozando de su extraña libertad...

- Fíjese usted, leo la prensa diariamente y no encuentro sino incongruencias: La patronal asegura que no trabajan por que son perezosos; El diario oficial asegura que existen un veinticinco por ciento de desocupados pero que aspiran con el plan quinquenal a reducir drásticamente el desempleo. Y. el libre albedrío los empuja a violar la ley para conseguir la comida de sus hijos. Gozan de libertad...
¡Libertad para morirse de hambre y de necesidades!

Al llegar a la zona industrial el ruido se hizo insoportable. Coches, pitos, motores, gritos y silbidos hacían del corazón del sistema una maquina infernal que engañaba los sentidos: atmósfera de auto abastecimiento, de super- producción, gentes entrando y saliendo vestidas de overol, otros, en negras limusinas pletóricos de satisfacción. En el centro del polígono industrial, a modo de escultura, dos inmensas ruedas dentadas simbolizan la colaboración. Y en el centro de la ciudad se rinde homenaje a la libertad con una estatua rodeada de flores y banderas; Y en otra esquina a la justicia, con los ojos vendados llevando en su mano diestra una balanza en perfecto equilibrio. A la segunda se le distingue por su ceguera, a la primera, por su rigidez.

El desconocido iva sumido en sus pensamientos mirando a uno y otro lado del camino.

-Si, si -respondió- De ahí la importancia de la rebelión. La dignidad ante la injusticia no radica en someterse sino en la exigencia perentoria de su cumplimiento. La justicia ha de defenderse primero con la razón, segundo con la razón y tercero con la razón y, en extremis, con las armas. Todo sometimiento es esclavitud, por ello cuando se habla de amnistías no se esta haciendo otra cosa que perdonar las injusticias cometidas. Por lo mismo la libertad no puede ser el privilegio de unos pocos en detrimento de los demás asociados. Piense. Cristo también utilizo la violencia cuando habiendo agotado todos los medios no conseguía sacar a los mercaderes del templo. Cristo ante todo fue un revolucionario ante la parálisis del hombre, ante la ceguedad del hombre, ante su necedad y avaricia y con su ejemplo subvirtió el orden. Con su vida pago el esfuerzo y nos lego para siempre el ejemplo. Ese, querido amigo, es el camino...

-Ha hablado bien,sin embargo debemos dar por sentado que el camino que nos queda por recorrer esta sembrado de minas, de mutilados en la defensa de lo que nos pertenece... Hemos llegado, es una lastima que tenga que despedirme, me gustaría seguir hablando con usted, me siento iluminado. ¿Por qué no me da su nombre y su dirección para que podamos vernos otra vez...?

-No hace falta hijo, como ve, voy de paso...

Sin mas tendió sus manos hacia su interlocutor dos profundas llagas, sangrantes, se abrieron en el centro. Ernesto le miro sorprendido, bajo sus ojos hacia los pies y cuando levanto la vista , para hablarle, había desaparecido...




lunes, 22 de enero de 2007

LA MANZANA Y EL REPTIL

He tenido la ocasión de leer nuevamente, gracias a los deberes de mis hijos, el mito de Adán y Eva. La costilla,la manzana y el reptil. No se contentaron con arrojarnos del paraíso, sino que, aún hoy, pretenden con marcada malevolencia,propia de la inquisición, impedirnos cumplir con el divino precepto de " creced y multiplicaos".

Al hombre le quitaron una costilla pero las tiene completas. Si le faltare alguna, tampoco seria importante,al fin de cuentas,hay otras partes corporales mas esenciales. Las hay que son la quinta esencia del ser humano -hablo del genero no de la especie- y, aún así, si faltaren, como con frecuencia ocurre, nada pasaría, seguiríamos perteneciendo, por extensión, a la especie sapiens. Así, pues, la costilla , no pasa de ser una ofensa injusta y poco estética. Nada tiene en común con Venus siempre bella, estéticamente atractiva y eróticamente pura. En éste punto debo adelantarme a los críticos que sufren de estrabismo. En lo estético no tiene lugar el erotismo y sin la belleza no tendríamos el sentido de lo estético. Ahora bien, el erotismo es la sublimación de la belleza en la profanación de los cuerpos.Estamos en paz, agudo critico, el encuentro de los cuerpos requiere de la ligereza de las formas y de un entorno paradisíaco para exacerbar los sentidos, para sublimarlos, traspasando los limites de la racionalidad y caer en el éxtasis. Dios en su infinita sabiduría,en lugar de una costilla, nos dio a Eva y no justamente para arrojarnos del paraíso sino para hacérnoslo mas llevadero, para que no nos aburriésemos en él.

Pero sigamos adelante, con el ofidio. No sé por que, mentes torcidas, lo enredaron en esta martingala. Ahora que lo pienso, las connotaciones del hecho son inhumanas. No con otras palabras se puede señalar el acto mediante el cual el Padre arroja al hijo de su casa por el único delito de comerse una manzana o de querer un " hijo amado". La contradicción galopa con el mito. Me imagino a Eva tocando la flauta, encantando a la serpiente o, a la serpiente, ondulante y ágil, de cuerpo retráctil , firme, avanzando segura hacia su presa, en mortal silencio, a la velocidad del relámpago. ¿Quien engaño a quien? No lo sabemos. ¿Qué Eva engaño a Adán? ¿Qué Adán engaño a Eva? ¿Qué fueron engañados por la serpiente...? Presiento que lo pasaron de perlas...

La peor parte del mito le toco a la manzana. La manzana que de apetecible provoca. La pobre,desde entonces, ha sido victima de apologías y diatribas. Veamos una muestra:"La manzana de la discordia","Saludable como una manzana","Hay que sacar la manzana podrida del cesto","La manzana de Adán" y un amplio etcétera de cuños lingüísticos e interpretaciones literarias. La verdad es que desde muy niño la he degustado. No gusto de la manzana rija de carnes secas y arenosas. No. Gusto de la manzana de epidermis verde y suave, ácida y de mejor textura al paladar y al gusto. Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios. Por alguna razón se habla de viejos verdes... No se si es por eso de que a buey viejo pasto tierno... Sea como fuere, recuerdo ahora, que cada vez que comía manzanas y, he de confesar que eran pocas, me accedía un profundo complejo de culpa, a tal punto que, en mi arrepentimiento debía recurrir al sacerdote para que me eximiera del pecado. El prelado, con mucho pudor, me repetía una y otra vez , que comer manzanas no era pecado. Yo no le creía, insistía y persistía, no podía admitir que el Antiguo Testamento mintiera en asunto tan delicado.

Hoy, cuando comienza la edad a pesar sobre los hombros, debo admitir que el mito me sigue molestando, gracias a los deberes de mis hijos y al infinito deseo de vivir que se acentúa con los años. Desde luego que ahora como manzanas sin ningún remordimiento y requiero a Eva sin ningún pudor. Que me acuerde, nunca me he arrepentido de este ultimo ejercicio.Mi confesor, creo, no tendrá esa queja de mi. Al menos tuve la consideración de no molestar sus votos de castidad con confesiones eróticas.Nunca le conté de mi mística devoción por la voluptuosidad de las formas:
"y hay días en que somos
tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer,
tras de ceñir un talle o acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer"

Y los colores cambian y las formas por su puesto, en eso, los bardos, han sido pródigos:

"Esa rosa fue testigo
de eso que si amor no fue
ningún otro amor seria,
esa rosa fue testigo
de cuando te diste mía,
el día ya no lo se,
si lo se mas no lo digo...

Y muchas otras perlas que funden gea, flora, fauna y psique en un mismo sujeto, cuando no, el pintor la lleva al lienzo. A tal punto se ha llegado en honor a Eva, sea ella hiperbórea rubia o simiesca mulata, o las negras de ébano de Borneo o Burundi, o las polinesias de caderas de alas, o las amarillas geishas del sol naciente. No fuimos arrojados del paraíso por comer manzanas y mucho menos por disfrutar de él con Eva. Todo lo contrario, seguimos invitados a permanecer en él y a continuar con el banquete...

Pase mi juventud, gran parte de ella, como todos los niños y los jóvenes entre la escuela, la casa y el campo. Mi mundo era natural, primitivo, por lo que tenia de ensueño el color de una flor, el trino de un pájaro, la luz de la aurora o la puesta del sol al morir la tarde. La casa de los abuelos estaba rodeada de amplios jardines y frondosos árboles ; al fondo se extendían los cafetales al amparo de tupida sombra de viejos guamos, ceibas, guayacanes,ocobos y muchas otras especies tropicales propias al laboreo del cultivo de café arábigo. Una acequia de amplio aforo bañaba las faldas de las montañas, servia de abrevadero a los ganados t de tranquilo remanso a las duras labores campestres. En ella conocí a Eva, candorosa virgen. Fue una tarde ardiente de Junio. El sol caía perpendicular sobre los seres y las cosas. Yo, enajenado por el calor o por la combustión propia de los años mozos, recorría sin afán, la exuberancia de la naturaleza tropical. Ni una hoja, ni la brisa,ni el canto de un pájaro interrumpían el sopor y el cómplice silencio de la tarde. Solo la acequia cantarina saltaba de piedra en piedra hasta caer al remanso. Allí llamo mi atención la caída de un cuerpo sobre el cristal de las aguas... Chapoteaba rasgando el sosiego. Me acerque, como un reptil llegue en silencio: Un cuerpo bronceado brillaba al sol deslizándose bajo las aguas, cubierto por su propia epidermis. Jugueteaba con su negra cabellera. Se consumia bajo el agua y volvia a salir. Reía. Cantaba y reía. Su cuerpo firme y ágil parecía esculpido en bronce. Se perturbaron mis sentidos: En mi escondite sentí su aliento, sus manos, su cuerpo húmedo y fresco en profunda comunión con las flores del campo. salí de mi refugio como un sonámbulo, mi cabeza demente, me dirigí a la orilla del riachuelo, en el remanso, nos miramos y sonreímos. Eva salio del agua y yo de mi profunda ignorancia:La manzana nos redimió enviándonos al paraíso...
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domingo, 21 de enero de 2007

DOÑA CASTA


Doña Casta era una mujer alta y enjuta, pálida, gentil y altiva como una palma del trópico .Doña Casta , con sus grandes ojos negros miraba de frente,fijamente, como mira el tiburón su presa. Doña casta tenia el pelo blanco y largo como sus manos largas y huesudas. Doña Casta siempre tuvo la cabeza poblada de sueños y ensueños que a pesar de sus noventa años aún la hacían estremecer.Doña Casta apuro los goces de la adolescencia, la madurez y la vejez y a sus noventa años apremiaba con marcado regusto sus recuerdos y sus sueños eróticos. Doña Casta era una mujer feliz.

Doña Casta no tenia amigas de su edad.No le gustaban. Gustaba de oír la alergia de la gente joven, hombres o mujeres,pero jocundos de hablar picante y gracioso, dicharacheros y algo rijosos. Doña Casta era coqueta llevaba un clavel en la oreja y cantaba seguidillas taconeadas con sus zapatos de charol.Doña Casta quería seguir siendo un huracán, pero tenia noventa años y, por ello, dejaba su mente cabalgar donde yacio mil veces, sobre su carne marchita, la flor de las maravillas.
Doña Casta era una mujer feliz.

Doña Casta vivia con su nieta Panfila. Panfila era como su abuela, lubrica, alegre y vivaracha.Panfila se masturbaba en la ducha acariciando el rosetón. Panfila, decía Doña Casta, tenia el infierno dentro. Panfila dejaba correr el agua por entre sus muslos de pedernal y se estremecía pensando en Simeon, retorciéndose, meneándose hasta que exhalaba un profundo suspiro. Detras de la puerta se escuchaba otro, como un eco, era Doña Casta que la espiaba embebida en sus propios recuerdos, empuñando cariñosamente su bastón de cabeza de plata. Panfila no descansaba. Pensaba en Simeon como si estuvieran haciendo el amor,como si estuviera sentada en sus rodillas fija la vista en su falo erecto, deslizando la cadera sobre sus piernas desnudas y dejándose penetrar lentamente, sintiendo un crujir de huesos y una explosión de éxtasis estallando por todo su cuerpo . Se agitaba, gemía y se lamentaba del fingimiento en que vivía. No podía seguir soportando la ficcion de no llevar nada dentro de su coño. Ardía. Apretaba su sexo con las manos e ignorando que su abuela podía oírla gritaba:-¡Muévete ya,muévete ya Simeon! Y, luego, un jadeo rítmico y profundo la agitaba silenciosamente hasta el orgasmo. Doña Casta ,fatigada y trémula dormía
plácidamente detrás de la puerta aferrada a su bastón. Doña Casta era una mujer feliz.

Doña Casta quería lo mejor para su nieta, tenia que apaciguar su ardiente corazón por lo que la reconvino a formalizar sus relaciones con Simeon. Debe de ser un buen chico, se decía.¡Si la pone tan fogosa pues que lo traiga a casa! Doña Casta rejuvenecía en estos pensamientos, la piel se le ponía rosada y su temperatura corporal se elevaba. Doña Casta quería conocer a Simeon, hablar con el objeto de deseo de su nieta, recordar sus años mozos, el tibio encanto de los cuerpos desnudos y las manos, cual mariposas de volar incierto, recorriendo sus misterios. Doña Casta era una mujer feliz.

Doña Casta comprendía perfectamente que la edad no la protegía del amor, de los sentimientos , de sentir un fuego dentro, así éste fuera un fuego fatuo. Su cabeza era un torbellino, sentía que su sexo se henchía, se abultaba cada vez mas, latía como su corazón aceleradamente.No era el placer fácil. No. No era el placer domestico, era una sensación gloriosa, renovada, a la que nunca sabia renunciar. Se palpaba los senos, la boca, los ojos, todas las partes de su cuerpo, el sexo marchito, anhelaba, juventud de su cerebro,el miembro viriol que calmara su fiebre. ¡Simeon! ¡Simeon! Era el grito de guerra y Panfila el ejecutor de sus deseos. Doña Casta era una mujer feliz.

Panfila a instancias de la abuela se decidió a buscar a Simeon. Encontrarlo en alguna parte. Simeon tenia que dejar de ser una ficción para convertirse en un hombre de carne y hueso como ella deseaba, como lo deseaba su abuela, como lo deseaban sus entrañas.¡Simeon! ¿Donde encontrarlo? ¿Como encontrar a un hombre como él, cariñoso y silencioso? ¿Un hombre que se deje hacer sin decir nada? Su abuela, ciega, nada sabia de sus inquietudes, nada de sus deseos. Queria a Simeon tal cual era, etéreo, dentro de su cabeza,capaz de invadirla y de llenarla toda, de penetrarle todo el cuerpo sin sentirlo, hasta el orgasmo y, luego, virgen aún,la impaciencia de sentir su vulva vacía... y el deseo, siempre perenne, de volver a comenzar de nuevo: Simeon esta con ella, a su lado,tendidos en la cama uno al lado delo otro, desnudos, Panfila con las piernas entre abiertas y Simeon con la mentula erecta, contemplándola y con su mano diestra entre abriendo, suave y cariñosamente el coño de Panfila. Simeon cambia de posición, se coloca sobre ella y empujando suavemente,pero firme, una y otra vez, la penetra. Los movimientos son rítmicos al principio y luego se vuelven violentos y sin concierto. Ambos jadean. Panfila se aprieta cada vez mas. Gime. -¡No puedo soportarlo! ¡Simeon, Simeon, mas profundo! ¡Mas,Simeon! ¡Oh,oh,oh! ¡Me muero!
¡Simeon,Simeon! Luego cesaron los murmullos... La abuela suspiro profundamente, dio tres golpes con el bastón y le pidió a Panfila que le presentara a Simeon.- Ya lo haré, abuela, pronto lo conocerás. Doña Casta , se resignaba y esperaba. Doña Casta era una mujer feliz.

Panfila, apremiada por su abuela, decidió conseguir novio y llevarlo a casa. Se llamaba Tomeo, pero ella, para identificarse con sigo misma, le decía Simeon. Una tarde de Abril, florecidas las margaritas en sus macetas, pleno de primavera el ambiente, oloroso a azahares, Panfila y Simeon se presentaron en casa, alegres y rijosos frente a la abuela. - Abuela, aquí esta Simeon. Doña Casta, ciega, levanto las manos y le dijo: - Acercate, quiero conocerte. Palpo su rostro, agitada,fue recorriendo lentamente el cuerpo del mozo, la nariz, los ojos, la boca y, temblorosa, bajo al pecho, a las caderas y sin pensarlo mas, lo tomo por el miembro viril, con firmeza, ante la sorpresa de Simeon, le sacudió varias veces, le miro fijamente, con sus ojos ciegos, como mira el tiburón su presa y exclamo: -¡No lo conozco! ¡No lo conozco! Exhalo un profundo suspiro y su cabeza cayo sobre su lado izquierdo exánime...

Panfila y Simeon la recuerdan con amor. Doña casta era una mujer feliz.


JUAN CAYENO


Maderero por tradición, Juan Cayeno, había conseguido la explotación de las reservas madereras de Tumaco, en las áreas comprendidas entre los ríos Mira y Patía, fundamentalmente los esteros de cabo manglares y el delta del Patía, en plena selva tropical. Juan era ademas un buen aficionado a la caza y a la pesca por lo que siempre llevo en su morral el rifle y la caña de pescar, la hamaca, el mosquitero, petate y machete para pernoctar donde le cogiera la noche..

Juan era un hombre recio, violento a veces, tierno y sentimental. Su corpulencia iba acompañada de su febril actividad. No descansaba nunca.Siempre estaba al acecho de hacer cosas nuevas, de prestar un servicio, de iniciar una pendencia, de enamorar una moza, de poner un trampero, de salir a cazar marranos baquiros o de comunicar sus conocimientos madereros a quien quisiera escucharlo.

La selva, majestuosa, siempre trastorna al hombre, desarrolla en él todos los instintos desde los mas divinos hasta los mas humanos, desde los mas grandiosos
a los mas miserables. Su crueldad invade las almas y las asimila a las fieras, ora, las convierte en bondadosas, humildes, tiernas y sensitivas. La selva despierta despierta la lucidez, la comprensión, la sutileza de los sentidos y la finura de las ideas o los embota todos fagocitando al trastornado. La naturaleza virgen selecciona a sus victimas y deja vivir a quienes la asimilan. El misterio y la fantasía se apodera de todas las mentes y la salvación estriba en ponerlas al servicio de la propia naturaleza. Se vive en una calurosa devastación de vida y muerte. Los ríos bajan henchidos, raudos por entre bejuqueros y pajonales reventando en los remansos. El viento ulula entre arboles y arbustos, bejucos y palmiches confundiéndose con el silbido de las sierpes y el rugido de las fieras. En la selva todo muere y renace y a la vista todo es un constante renacer, una suprema ilusión, una alucinación constante...

Siempre he sido maderero - decía Juan-. ¡Yo soy maderero! He vivido en la selva, en la soledad de las montañas, con mis hombres enfermos de malaria, descuajando monte, picando y aserrando arboles, corriendo riesgos, arrastrando los maderos a fuerza de hombros hasta los embalsaderos del rió Patía y de éste hasta su delta en el mar, o del río Mira hasta cabo manglares donde serán embarcados hasta las serrerías de Tumaco y de allí a cualquier lugar del mundo.En la selva se esta lejos de todo, de la familia, de los amigos, de la novia y hasta de la iglesia. La selva es la Diosa. Ella dispone de todo, del culto, de sus preceptos, de los sacrificios y de como, donde y cuando han de llevarse a efecto. Contradecirla, ir contra sus mandamientos, supone condena de muerte. Aceptarla supone un salvo conducto al portador con fecha abierta. Cualquier desliz ocasiona su perdida y la condigna sanción.

La selva tiene sus misterios, sus manes protectores, los indígenas creen en ellos condicionados por el medio ambiente feraz y destructor y a la clara noción de que a la ruptura del equilibrio las probabilidades de subsistencia son escasas. El Mohan es el guardián de la selva, el dios de los ríos,lagunas y manantiales. Vive en los grandes arboles y en todas las plantas vivificando su sabia, nutriendo las lagunas, los riachuelos y los grandes ríos. El Mohan recorre en silencio la espesura y en las noches de luna llena se le puede ver en los playones de los ríos danzando al son de un suave y frío viento por entre los pajonales. El Mohan castiga a quienes destruyen su hogar volviendo estéril la tierra o utilizando las fieras, las enfermedades o cualquier otro recurso para ahuyentar a los infractores.

Juan Cayeno era maderero. Se burlaba de los indígenas e intentaba, razones mas, razones menos, explicarles que el Mohan no existía. Que mas que respeto se debía ser prudente y buen observador para no ser sorprendido por las alimañas detrás de cualquier hoja o por los animales feroces al acecho de sus presas, todo lo demás, decía, son historias al rededor de incautos que se trago la selva...

Juan era un cazador experimentado.Tenia predilección por la caza del marrano baquiro: era excitante,arriesgada y peligrosa. Los baquiros viven en los mas profundo e inaccesible de la selva, son feroces y con facilidad tumban un árbol a dentelladas. La manada la guía el mas joven de la piara y si por desgracia éste es atacado, la boyada reacciona con ferocidad destruyendo todo a su paso en busca del agresor. Su cacería requiere pericia, buena añagaza de yuca fresca picada y excelente atalaya entre los arboles mas altos. Una buena tarde de caza proporciona entre cinco y siete animales equivalentes a cinco o seis arrobas de carne.

Los sobrinos de Juan tenían por costumbre visitarlo en verano, en vacaciones, cuando los esteros tenían menos agua y la selva era menos dura pero no menos ardiente. Pedrito y Juanito acompañaban a Juan a todas partes. Iban a las cacerías, de pesca, a los aserrios, a los cortes madereros y a los embalsaderos desde donde se desplazaban en barca hasta los manglares donde su tío les enseñaba todos los trucos de la caza y la pesca que conocía aprovechando la abundancia de pescado y de aves de la región.

Con ocasión de la visita de sus sobrinos Juan preparo una cacería de baquiros.Alistaron las armas, los morrales y pertrechos y salieron al amanecer hacia el río Mira.El día se presentaba tranquilo, la selva densa húmeda y pesada. Avanzaron con lentitud buscando las faldas de la cordillera y los comederos de la piara para preparar la atalaya entre los arboles.Pasada la tarde, los porteadores y el baquiano, encontraron en la depresión de piedras coloradas comederos recientes de la manada y decidieron acampar en aquel lugar, no sin antes manifestar, alguno de ellos, su descontento por la proximidad al río y el temor a ser castigados por el Mohan, prepararon chinchorros y mosquiteros y se dedicaron luego a levantar entre la tupida arboleda el lugar de vigía que dejara clara y en descubierto el comedero. Juan y los chicos preparaban en tanto armas y municiones, limpiaban cámaras y cañones para tener las armas a punto. Juan, sin perderles de vista les daba las indicaciones necesarias siguiendo paso a paso la limpieza, revisión y ensamblaje de las piezas. Colocaron por último las mirillas telescópicas. Juan se levanto y le indico a Pedrito que debían afinar la lente de la mirilla para lo cual le ordeno: ¡Ponte en pie! Alza el arma y apúntame al pecho,observa el segundo botón de mi chaqueta de arriba a bajo,centra la mirilla, lo tienes, si,¡dispara!... Un estampido seco retumbo por toda la selva, Juan se desplomo y un viento helado y brusco comenzó a azotar toda la región...