lunes, 22 de enero de 2007

LA MANZANA Y EL REPTIL

He tenido la ocasión de leer nuevamente, gracias a los deberes de mis hijos, el mito de Adán y Eva. La costilla,la manzana y el reptil. No se contentaron con arrojarnos del paraíso, sino que, aún hoy, pretenden con marcada malevolencia,propia de la inquisición, impedirnos cumplir con el divino precepto de " creced y multiplicaos".

Al hombre le quitaron una costilla pero las tiene completas. Si le faltare alguna, tampoco seria importante,al fin de cuentas,hay otras partes corporales mas esenciales. Las hay que son la quinta esencia del ser humano -hablo del genero no de la especie- y, aún así, si faltaren, como con frecuencia ocurre, nada pasaría, seguiríamos perteneciendo, por extensión, a la especie sapiens. Así, pues, la costilla , no pasa de ser una ofensa injusta y poco estética. Nada tiene en común con Venus siempre bella, estéticamente atractiva y eróticamente pura. En éste punto debo adelantarme a los críticos que sufren de estrabismo. En lo estético no tiene lugar el erotismo y sin la belleza no tendríamos el sentido de lo estético. Ahora bien, el erotismo es la sublimación de la belleza en la profanación de los cuerpos.Estamos en paz, agudo critico, el encuentro de los cuerpos requiere de la ligereza de las formas y de un entorno paradisíaco para exacerbar los sentidos, para sublimarlos, traspasando los limites de la racionalidad y caer en el éxtasis. Dios en su infinita sabiduría,en lugar de una costilla, nos dio a Eva y no justamente para arrojarnos del paraíso sino para hacérnoslo mas llevadero, para que no nos aburriésemos en él.

Pero sigamos adelante, con el ofidio. No sé por que, mentes torcidas, lo enredaron en esta martingala. Ahora que lo pienso, las connotaciones del hecho son inhumanas. No con otras palabras se puede señalar el acto mediante el cual el Padre arroja al hijo de su casa por el único delito de comerse una manzana o de querer un " hijo amado". La contradicción galopa con el mito. Me imagino a Eva tocando la flauta, encantando a la serpiente o, a la serpiente, ondulante y ágil, de cuerpo retráctil , firme, avanzando segura hacia su presa, en mortal silencio, a la velocidad del relámpago. ¿Quien engaño a quien? No lo sabemos. ¿Qué Eva engaño a Adán? ¿Qué Adán engaño a Eva? ¿Qué fueron engañados por la serpiente...? Presiento que lo pasaron de perlas...

La peor parte del mito le toco a la manzana. La manzana que de apetecible provoca. La pobre,desde entonces, ha sido victima de apologías y diatribas. Veamos una muestra:"La manzana de la discordia","Saludable como una manzana","Hay que sacar la manzana podrida del cesto","La manzana de Adán" y un amplio etcétera de cuños lingüísticos e interpretaciones literarias. La verdad es que desde muy niño la he degustado. No gusto de la manzana rija de carnes secas y arenosas. No. Gusto de la manzana de epidermis verde y suave, ácida y de mejor textura al paladar y al gusto. Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios. Por alguna razón se habla de viejos verdes... No se si es por eso de que a buey viejo pasto tierno... Sea como fuere, recuerdo ahora, que cada vez que comía manzanas y, he de confesar que eran pocas, me accedía un profundo complejo de culpa, a tal punto que, en mi arrepentimiento debía recurrir al sacerdote para que me eximiera del pecado. El prelado, con mucho pudor, me repetía una y otra vez , que comer manzanas no era pecado. Yo no le creía, insistía y persistía, no podía admitir que el Antiguo Testamento mintiera en asunto tan delicado.

Hoy, cuando comienza la edad a pesar sobre los hombros, debo admitir que el mito me sigue molestando, gracias a los deberes de mis hijos y al infinito deseo de vivir que se acentúa con los años. Desde luego que ahora como manzanas sin ningún remordimiento y requiero a Eva sin ningún pudor. Que me acuerde, nunca me he arrepentido de este ultimo ejercicio.Mi confesor, creo, no tendrá esa queja de mi. Al menos tuve la consideración de no molestar sus votos de castidad con confesiones eróticas.Nunca le conté de mi mística devoción por la voluptuosidad de las formas:
"y hay días en que somos
tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer,
tras de ceñir un talle o acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer"

Y los colores cambian y las formas por su puesto, en eso, los bardos, han sido pródigos:

"Esa rosa fue testigo
de eso que si amor no fue
ningún otro amor seria,
esa rosa fue testigo
de cuando te diste mía,
el día ya no lo se,
si lo se mas no lo digo...

Y muchas otras perlas que funden gea, flora, fauna y psique en un mismo sujeto, cuando no, el pintor la lleva al lienzo. A tal punto se ha llegado en honor a Eva, sea ella hiperbórea rubia o simiesca mulata, o las negras de ébano de Borneo o Burundi, o las polinesias de caderas de alas, o las amarillas geishas del sol naciente. No fuimos arrojados del paraíso por comer manzanas y mucho menos por disfrutar de él con Eva. Todo lo contrario, seguimos invitados a permanecer en él y a continuar con el banquete...

Pase mi juventud, gran parte de ella, como todos los niños y los jóvenes entre la escuela, la casa y el campo. Mi mundo era natural, primitivo, por lo que tenia de ensueño el color de una flor, el trino de un pájaro, la luz de la aurora o la puesta del sol al morir la tarde. La casa de los abuelos estaba rodeada de amplios jardines y frondosos árboles ; al fondo se extendían los cafetales al amparo de tupida sombra de viejos guamos, ceibas, guayacanes,ocobos y muchas otras especies tropicales propias al laboreo del cultivo de café arábigo. Una acequia de amplio aforo bañaba las faldas de las montañas, servia de abrevadero a los ganados t de tranquilo remanso a las duras labores campestres. En ella conocí a Eva, candorosa virgen. Fue una tarde ardiente de Junio. El sol caía perpendicular sobre los seres y las cosas. Yo, enajenado por el calor o por la combustión propia de los años mozos, recorría sin afán, la exuberancia de la naturaleza tropical. Ni una hoja, ni la brisa,ni el canto de un pájaro interrumpían el sopor y el cómplice silencio de la tarde. Solo la acequia cantarina saltaba de piedra en piedra hasta caer al remanso. Allí llamo mi atención la caída de un cuerpo sobre el cristal de las aguas... Chapoteaba rasgando el sosiego. Me acerque, como un reptil llegue en silencio: Un cuerpo bronceado brillaba al sol deslizándose bajo las aguas, cubierto por su propia epidermis. Jugueteaba con su negra cabellera. Se consumia bajo el agua y volvia a salir. Reía. Cantaba y reía. Su cuerpo firme y ágil parecía esculpido en bronce. Se perturbaron mis sentidos: En mi escondite sentí su aliento, sus manos, su cuerpo húmedo y fresco en profunda comunión con las flores del campo. salí de mi refugio como un sonámbulo, mi cabeza demente, me dirigí a la orilla del riachuelo, en el remanso, nos miramos y sonreímos. Eva salio del agua y yo de mi profunda ignorancia:La manzana nos redimió enviándonos al paraíso...
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