viernes, 2 de febrero de 2007

ABRAHAM, DEL UTERO AL SEPULCRO

Era muy niño,provenía de tierras cálidas,y aquí, en el altiplano, a dos mil setecientos metros de altura, el frío, no le permitía tener quieta la mandíbula haciéndole castañear los dientes compasadamente.La ropa que llevaba encima si escasamente le servia para cubrir su cuerpo pero no para protegerlo de las bajas temperaturas.Temblaba, tenia las manos ateridas,casi congeladas y la nariz aprecia una fuente congelada en lento deshielo. Sus ojos lo escrutaban todo. Era la primera vez y también la ultima que venia a la capital.Los altos edificios, los coches, las gentes apresuradas y el ruido monstruoso de la ciudad lo asustaban. Añoraba su lar nativo.Se sentía mas seguro en la espesura de la selva tropical, con sus peligros conocidos, que ante esta vorágine de muros de hormigón, de coches y de gentes en alocada carrera hacia ninguna parte.

Su tío le llevaba al seminario donde, gracias a una beca concedida por los jesuitas,continuaría sus estudios. No iba muy contento.No entendía por qué no podía seguir viviendo en el pueblo, ni por qué la peste que asolaba el país de sur a norte, había matado a sus padres. Tampoco entendía la actitud de su tío de llevarlo al seminario. En la escuela, le decía, puedes seguir estudiando. Pero no. ¡Al seminario! No lo entiendes hijo, le replicaba el tío,en casa no puedes quedarte y a donde vas te harán un hombre de bien. Tus padres, desde el cielo, estarán orgullosos de ti y yo pagare los gastos que la beca no cubra, con la administración de tus bienes, porque ahora, lo que pertenecía a tus padres es tuyo y yo lo cuidare hasta cuando tengas la edad de administrarlo . El niño nada entendía, en su fuero interno se sentía castigado, triste y humillado. Nada de lo que veía le hacia cambiar de idea, al contrario, comenzaba a odiar la ciudad sin apenas haberla conocido.

El desplazamiento desde Bogotá, al seminario de Zipaquira, fue lento y tortuoso. El Auto-bus iba de tumbo en tumbo, por entre una nube de polvo que impedía respirar y admirar el paisaje sabanero del que le habían hablado también,y, que ahora, solo se vislumbraba detrás de la tormenta de tierra levantada por el vehículo en su tenas avance. tenia la esperanza de conocer la Catedral de Sal pero la noche se les echaba encima, el frió arreciaba y una pesada calima, propia de los paramos, se esparcía lentamente impidiendo a la berlina avanzar con mayor rapidez.

Zipaquira esta situada al norte de Bogotá, sobre la sabana, de clima frió, alta pluviosidad, buenos pastos excelentes productos agrícolas y ganaderos, la mina de sal, gentes introvertidas, cristianas, conservadoras y pusilánimes.El bus arribo al poblado bajo una llovizna pertinaz y en medio de los gritos de las vendedoras de viandas, de loterías,de piedras de sal y replicas de la Catedral, única en el mundo por sus amplias naves, imágenes, columnas y muros de sal.

Se apearon del bus, Crisostomo pregunto al primer transeunte que paso a su lado por donde se iba al seminario. La respuesta fue fria y rapida :"Coja buste puay pa rriba y guelba a preguntar". Crisostomo fruncio el ceño, tomo el niño de la mano e inicio el ascenso hacia el seminario. Nadie mas se cruzo en su camino. Las puertas y las ventanas de las casas, a diferencia de su pueblo natal, permanecian cerradas. El pueblo parecia desierto y solo interrumpia aquel sepulcral silencio el ladrido de los perros .El niño estaba cansado. Lo tomo entre los brazos y apuro el paso por un camino siempre en ascenso.El frio calaba hasta los huesos y la ruana que llevaba puesta no era suficiente para contenerlo. Al final del camino, entre altos cipreces, se divisaba el campanario entre las densas brumas; la torre del campanario superaba en altura al resto del edificio y en la parte mas elevada, debajo de las cornisa del campanario, sobre las gruesas paredes, se empotraba un reloj de gran tamaño que le recordaba diariamente a los habitantes del pueblo que la vida es pasado y futuro, perspectiva sin la cual el presente no tiene sentido o, en todo caso, la vida no se vive del todo o se vive sin darse cuenta que vive. El edificio del seminario es una construcción de cuatro plantas flanqueado por sendas hileras de viejos eucaliptos que se iban estrechando para formar un camino de unos trecientos metros que daba acceso a su amplio y empedrado patio adornado con frondosas macetas de margaritas y geranios. En el centro del patio, rodeado por una fuente y sobre un pilar de piedras toscas, bien dispuestas,se rescontraba colocada una estatua de bronce bruñido de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.

Frente a la entrada, ante los inmensos eucaliptos, con la tristeza reflejada en el rostro y en medio del caliginoso ambiente, Crisostomo creyó prudente explicarle a su sobrino, entre zancada y zancada, que la compañía de Jesús había sido fundada en Roma por el año de Dios de mil quinientos cuarenta, por un español nacido en Guipuzcua, llamado Ignacio de Loyola y que era el fraile que representaba la estatua. El niño miro al fraile de la estatua y luego a su tío sin comprender nada. Subieron por una amplia escalera de piedra pulida que conducía a un portón de pesadas hojas de madera lustrosas y bien decoradas. Golpeo con un aldabón de hierro colocado allí para dicho menester y espero pacientemente a que abrieran las puertas: Un monje vestido de riguroso negro les abrió y les dijo:

-Pasen, están en la casa de Dios. Les esperábamos mas temprano.

-Llegamos tarde a Bogotá, dijo Crisostomo, y perdimos el bus de las 12.Gracias a Dios ya llegamos.

-Pasen, confirmo el sacerdote, el Prior les espera.

En una amplia sala, cubierta por una gruesa alfombra, presidida por un cuadro, de hasta dos metros de altura, que representaba al fundador de la compañía, sentado detrás de un escritorio de madera maciza , atiborrado de papeles, un crucifijo, una Biblia, las confesiones de San Agustín y una lampara de hierro se encontraba el superior, con un papel en la mano que al verlos exclamo:
-¡Adelante, Abraham, hijo, ya estábamos preocupados por ti!

Se levanto de la silla, se dirigió al niño,lo tomo en sus brazos y le beso sobre el cabello bruno.

-Crisostomo, tome asiento, estará usted cansado, el viaje abra sido muy largo y pesado. No debe preocuparse, todo esta dispuesto, se asearan, comerán y dormirán aquí, así el niño se adaptara mejor a su nueva vida y usted estará mejor, así que pasemos a dentro, les enseñare sus aposentos. Cuando estén listos les estaremos esperando en el comedor.Bajáis al primer piso, en el ala de la derecha, en la tercera puerta, los esperamos. ¡Anden con Dios!

Tomaron una ducha de agua caliente, se cambiaron de ropas y orientaron sus pasos hacia el comedor, en la primera planta. Ingresaron en un recinto abierto decorado por un cuadro que representa la ultima cena, debajo del cual en una placa de bronce aparecía el nombre de Miguel Angel; en los extremos del local dos grandes candelabros de seis brazos con sus respectivos velones encendidos proyectaban las sombras desdibujadas sobre el piso de reluciente madera de guayacán. La mesa estaba colocada en el centro de la estancia,era larga y relativamente angosta para sus proporciones, de madera de roble,maciza y robusta, flanqueada lateralmente por dos escaños donde los frailes se sentaban a comer. El superior tomaba asiento en la mitad de la mesa y los demás le rodeaban. La disposición era la misma que representaba la lamina de la ultima cena, y, como en ella, la cena dispuesta era ligera.

-Pase, Crisostomo, dijo el Prior, tome asiento, y tu, Abraham, siéntate a mi lado.Deseo que se encuentren cómodos. Como ya habrán observado las camas son pobres y la comida moderada. A estas horas es mejor una comida suave para evitar las pesadillas y malos sueños. Ahora bien, Crisostomo, ¿como están las cosas por el pueblo?

-Como en todo el país, Padre. Se acusa de comunistas a los campesinos, de guerrilleros, de facinerosos asaltantes de caminos, de abigeos o terroristas, cualquier sindicación es buena para que sin juicio previo les condenen, les masacren o les persigan. Usted, Padre, conoce mejor que yo el patio. Yo solo le pido a Dios que cese la violencia.

-Crisostomo, algunos comunistas habrá,de lo contrario las autoridades no lo dirían.

-Yo conozco, Padre, a todos mis vecinos, he convivido con ellos por mas de treinta años y puedo garantizarle que ninguno de ellos es comunista o guerrillero. No sé que se proponen, pero si a la peste le ayudamos con la violencia, con la falta de entendimiento y con la mezquindad manifiesta de algunos ciudadanos , poca gente de bien quedara. Hay hombres,Padre, que impiden que no se haga lo que condenan para satisfacción de sus propias felonías, y , que al final, no logran todo lo que desean, no por que no lo hayan conseguido sino porque su ambición jamas quedara satisfecha.

-quizás tengas razón, Crisostomo, aquí en el seminario solo sabemos de Dios y de salvar almas. La política es otra cosa...Nosotros rogamos por que se ilumine la mente de los responsables públicos. No otra cosa podemos hacer. Sabemos que la situación es difícil y confiamos que nuestra voz, nuestras oraciones sean escuchadas. De otra parte,en relación con Abraham,todo esta arreglado. Este primer año, para que finalice la educación primaria, ira al colegio de las Carmelitas Descalzas, aquí, a la entrada del pueblo.Finalizado éste periodo continuara con nosotros en el seminario en calidad de "escolar", luego, hará el "juniorado", el "noviciado" y, si todo va bien, como esperamos,coadjutor espiritual. Sabemos que es un niño listo y esto nos ha animado a darle ésta oportunidad.Solo hay un pequeño problema. Algunos gastos no los cubre la beca y debe cubrirlos la familia, me gustaría saber a quien acudimos para cumplimentar este tramite.

-Padre, a mí, Abraham los pagara con su propio peculio. Sus padres al morir le dejaron algunos bienes y un centenar de hectáreas de tierra. En tales circunstancias ese concepto esta asegurado.Yo fui nombrado por sus padres, ante notari0, albacea, y espero cumplir fielmente con mi misión.

-Entonces, Crisostomo, no se hable mas del asunto.Pido a Dios que te ilumine en la administración de esos bienes que servirán a la grandeza de Abraham. Ahora, a descansar, mañana te espera otra larga jornada...

Crisostomo se detuvo unos instantes mirando el cuadro de la ultima sena y, pensando, que a pesar de todos los esfuerzos de Cristo por redimirnos, Judas seguía sembrando cizaña por todos los caminos.Salio con el niño en los brazos y subieron a descansar. No podía conciliar el sueño.Sus pensamientos vagaban sin poder librarse de la calima en que andaban sumergidos. Pensaba que la condición humana tenia un fondo oscuro y violento cuya abyección tiene que ver con el alma de la especie; secreta vocación que reaparece con mas frecuencia de lo esperado cuando creyéndola desterrada por la cultura, la civilización y la fe
reaparece de la profundidad de las entrañas en un confuso tropel de males y desajustes sociales y personales.

Abraham quedo en el seminario, solo, sin su familia,sin sus amigos de infancia, en un lugar que no conocía y donde las brumas cubrían el pueblo la mayor parte del día. Amaneció y salio al patio. Desde su mirador solo se apreciaba un espeso colchón de nubes sobre los techos del pueblo, el campanario de la iglesia y un que otro ciprés enseñando sus agudas copas. Nada más.En el patio húmedo y frío Ignacio de Loyola seguía rígido, con la mirada altiva, desafiando el ambiente. Abraham se estremeció de frió y volvió a su dormitorio, se envolvió en una manta, se sentó sobre la cama, miro las paredes limpias y blancas y en silencio lloro de amargura...

Quince años pasaría Abraham en el seminario, quince años en los que aprendió todo sobre la vida religiosa, sobre la filosofía escolástica, sobre las dignidades e indignidades del hombre, sobre los seminarios, sobre los conventos y la aparente castidad y misoginia del clero. Allí aprendió que hay mas de ladino que de bondadoso en el comportamiento de muchos. Que es mas difícil ser justo que bueno y que es mas fácil aparentar ser bueno que serlo. Comprendió que lo único que identificaba a los seminaristas era la sotana porque en todo lo demás eran diferentes. Al seminario iban los hijos de los ricos y como tal se comportaban. Las diferencias de clase si escasamente se limaban en la mesa de la ultima sena, es decir, ante la muerte. Mientras se pudiera disfrutar apuraban los bienes de la tierra sin ningún recato. Para dolores de cabeza, decían, Aspirina. Los seminaristas pobres difícilmente llegaban al noviciado y los que pasaban tenían que ser como el agua que se adapta al recipiente que la contiene. Se educaba para la clase en el poder y para el poder. La doctrina desde el púlpito iba dirigido al sometimiento de los humildes, se les conminaba a disfrutar de la vida en el mas allá donde los goces seles derramarían a manos llenas mientras los ricos y codiciosos se abrasarían en los infiernos.La verdad es que a los ricos nadie les quitaría lo bailado. Nunca, se decía Abraham, el adagio popular había sido tan certero y se lo repetía a diario para no olvidarlo: "Al que es pendejo aquí en la tierra y en el cielo lo condenan, lo joden aquí, y lo joden allá", pero su alma buena le impedía practicarlo.Jamas entendió la reverencia y el culto que se le tenia a la madre de Dios y la manifiesta misoginia contra las demás mujeres.

Después de quince años Abraham abandonaba el seminario, lo abandonaba por incompatibilidad en todos los sentidos, lo abandonaba por puro amor a Dios. La casa de Dios, decía, se ha llenado de mercaderes y la mercadería son los hombres rebajados y humillados, esclavizados y aherrojados a extrañas creencias de paraísos y nirvanas en el mas allá. Explotados en nombre del cristianismo que practican. Colonizados por el miedo, la violencia oficial, el hambre,la falta de trabajo, la carencia de educación y salud, el hacinamiento en cinturones de miseria, prostituidos para ganar un mendrugo de pan, pero reconfortados con la bendición papal que acepta todas estas perversiones, sin inmutarse, como algo natural a las escrituras que dice defender.

Abraham era un rebelde, un hombre raizal, llevaba consigo el espíritu de la tierra con un entusiasmo religioso. Todo lo adivinaba, lo presentía o lo conocía con un solo golpe de vista.Tenia una sabiduría innata,intuitiva,que desafiaba la razón. Tenia un mundo propio e inmemorial. Era religioso y profano reuniendo en si mismo el misterio de la Grecia pagana, de lo apolíneo y lo dionisíaco. En síntesis, tenia ángel , duende o demonio que le permitían llevar tras de si seguidores incondicionales que lo veían respetuosamente superior. Nunca abuso de su preeminencia frente a ninguno de sus congéneres. Su vida fue virtuosa.

De regreso al pueblo, a su tierra natal, al encuentro con los suyos, rememoro su infancia, el lar de sus padres,la casa,los objetos queridos y olvidados, los arboles, los animales. Todo con su personalidad característica. En el seminario había vivido una realidad ficticia que eclipso, por muchos años, la frontera entre los hechos objetivo y sus propios deseos. Ahora, frente a la realidad, recordó sus tiernos juegos de infancia, el canto suave y melodioso del viento por entre los guacimos y los cafetales, el cascabeleo de las hojas de los caña dulzales abrasados por el fuego previo al corte, el croar fuerte y ronco de las ranas que introducía entre los botes de galletas, el vuelo silencioso y ágil del gavilán sobre su presa, los peces de colores en los remansos del río, el canto del ruiseñor, el ladrido de los perros y el dialogo de los insectos cuando muere la tarde... Hacia mucho tiempo que sus demonios interiores no se exhibían sin disfraces...

Abraham fue bien recibido por sus coterraneos. Nadie objeto su desicion de abandonar el seminario.No hubo reproches por parte de su tío. La voz solitaria de Don Melquiades transgredía inútilmente la solidaridad de los lugareños señalando a Abraham con el dedo de la ignominia y clamando para que ningún cristiano tuviese relación con el hereje. Abraham nunca tuvo palabras disonantes contra Melquiades, al final, decía, él es el cura, yo, solo un hombre.

Abraham vivía como un ermitaño, solo, en so bohio, rumiando su filosofía en su profundidad telúruica. Muchas veces, Crisostomo, cuando lo encontraba ensimismado, arañando en los recuerdos y hurgando en el mas allá, le reconvenía para que se casara. Te falta, le decía, una mujer que te acompañe y te haga la vida mas llevadera. Abraham solo se limitaba a contestar: " Cuando muera ya la encontrare, como yo la quiero, rubia y hermosa, espiritual, amorosa y generosa. Aquí ,tío, no las hay. Ya vera que tengo razón" y sonreía maliciosamente . Crisostomo, entonces, le miraba con tristeza y, quizás, en su fuero interno le daba la razón. El mundo había cambiado demasiado. La ciencia y la técnica transformaban todo lo conocido y nadie estaba cierto si para beneficio de la humanidad o para su propio trastorno. En éstas cavilaciones, Crisostomo, tomaba el camino de la hacienda en la certeza de que a Abraham lo asistía la luz...

En Diciembre, en la hacienda, se reunía toda la familia. Crisostomo gustaba de pasar las navidades con sus nietos ,sus hijos y con Abraham a quien consideraba un hijo.Las reuniones en estas festividades eran alegres. Se rezaba la novena al Niño Dios.Se preparaban viandas y golosinas. Se bailaba y se olvidaba ppor unos días el diario trasegar. Abraham estaba triste. No se hallaba a sí mismo. No jugaba con los niños, como era su costumbre, ni les contaba cuentos. La noche del nacimiento lloro, se seco las lagrimas y en medio de la reunión, como un arúspice, anuncio: -"Este año me voy para el país de donde nunca mas se vuelve. No nos volveremos a ver... O, quizás si. No lo sabremos. Pero deseo que sean felices por que yo lo seré. Tío, me voy a casar muy pronto. La mujer de mi vida ya me esta esperando". Todos callaron, le miraban sin comprenderle, y, él, aprovechando la sorpresa inicial se arranco a cantar y a bailar hasta el amanecer. De la estupefacción se paso a la alegría general. Todos le agradecían a Abraham su genialidad, su generosidad de espíritu. Solo él comprendía que sus días estaban contados...

El nuevo año se inicio, para todos en la hacienda, con renovadas ilusiones. Abraham se despidió de todos recordando les que para las próximas navidades él ya no estaría. Se habría ido. Nadie le tomo en serio. Se fue a su bohio. De allí nunca mas salio.Jamas volvió a levantarse de su catre de campaña. No volvió a recibir comida y solo bebía agua para calmar la sed. Crisostomo lo visitaba con frecuencia, tenia largas conversaciones con él, le llevaba médicos pero todo fue inútil.Abraham mantenía que se iba a casar. Todos en la familia, amigos y vecinos llegaron al convencimiento de que había perdido el juicio. Que estaba enfermo de soledad y de tristeza. Pero él, con una convicción superior a sus ya menguadas fuerzas, se limitaba a repetir que no, que solo se iba a desposar. Una tarde de luna llena, de primavera en flor, hizo llamar a Crisostomo y le dijo, con una voz inaudible: "Tío, hoy es el día, mi esposa ya esta aquí , es ésta mujer de cabellos dorados, torso eburneo y labios de querubín. Quiero tío, que seas mi padrino y que nos des tu bendición" Exhalo un profundo suspiro y murió. Crisostomo dejo escapar unas lagrimas a los diques del ungís y con tristeza recordó los versos del poeta:

"Señora muerte que se va llevando,
todo lo bueno que en nosotros topa,
y solos, en un rincón vamos quedando,
los otros, gente misera de tropa
de alma de trapo y corazón de estopa".












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